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Tapas y copas bien puestasTapas y copas bien puestas

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Otra de las cosas curiosas que nos ha dejado la ley del tabaco es la estampa romántica de mujeres fumando apoyadas en el quicio de la puerta de los bares. Como si de la copla de León, Quiroga y Valverde se tratase, las vemos emitiendo desvaídas volutas de humo con aire ausente y brillo de faca en los ojos evocando litografías de aquellos cafés cantantes de la Plaza de la Europa de noche jonda, pasiones y aguardiente.

Al aire de los románticos cafetines parisinos, las hermanas Muñoz Brizuela -las niñas de Alejandro- han dado un paso más en su larga carrera en la hostelería y han montado, hace menos de una añada, un local con aire modernista donde tapear y copear con buen gusto e intimidad.

Para ello han habilitado un bar con espacios diferenciados: un coqueto comedor reservado, íntimas mesitas recogidas por las esquinas y una barra de buenas hechuras; decorado todo por ellas con la ayuda de los pinceles poetas de Nuria Barrera, donde predominan el aire decadente y femenino de sus paredes adamascadas con lámparas y muebles de ambiente retro.

El Salón es un bar frecuentado por chicas monas que han cumplido la treintena y que buscan un sitio confortable y elegante donde reunirse en la charla o en la confidencia. Además de lo anterior, las buenas maneras del servicio y la calidad y originalidad de su cocina explican su éxito. Poseen una collera de rancheros que se reparten los papeles dentro de un estilo asiático-mediterráneo sin concesiones a la ojana. Xiao Yang se ocupa de lo oriental, como su propio nombre indica, y Antonio López hace lo propio con lo occidental. Muestras de ellos son el Pollo Korma con salsa de coco y curry, los rollitos vietnamitas, su tataki o tartar de atún o el espléndido salteado de fideos ramen con verduritas y langostinos en tempura. López aporta una tapa concursal que está en boca de todos: el huevo frito, pero esta vez presentado dentro de un saquito de pasta filo con bacon y patatas chips artesanas, el crujiente de cola de toro, pudding de centollo o el queso plancha con salmorejo.

La carta de morapios es corta, apenas Bai Gorri , Editor y poco más pero se puede tapear con cavas , mojitos e incluso con vodkas fríos. Los botellines están helados y la suave Carlsberg sirve para cortejar al soberbio risotto de queso de cabra y foie fresco. Que nadie se asuste por el aspecto distinguido del bar y su cocina elitista pues todas las semanas sacan tapas nuevas a 2,5€.

Resulta inevitable romper la operación bikini con sus postres sobre todo la tarta de chocolate con galletas o los brownies de chocolate blanco y negro. Otra especialidad de la casa: sus copazos, realmente bordados que para eso llevan más de 20 años poniéndolos bien puestos en sitios como Boheme, Moderniste o el Cafetín.

Bon appétit y sayonara.

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