La Azotea de Mateos Gago: «Diez años en todo lo alto»La Azotea de Mateos Gago: «Diez años en todo lo alto»

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«Si algo han tratado de enarbolar los fundadores de esta casa es el buen servicio, la parte más difícil de la hostelería»

En esta sociedad de pensamiento líquido en la que vivimos, cada día que pasa surge una nueva pamplina que nos alumbra. Que si quedarse quieto en grupo componiendo un cuadro, bajarse del coche en marcha y ponerse a bailar; tirarse un cubo de agua helada por la cabeza… La última es chuminada consiste en publicar una foto de hace 10 años comparándola con una actual. Hay quien disfruta con estas cosas, qué le vamos a hacer. Nosotros aquí, para no ser menos, traemos una casa que cumple diez años de exitosa vida. Corría el 2009, primer año triunfal de la crisis económica, cuando una pareja joven con más valor que vergüenza se lio la manta a la cabeza abriendo un gastrobar en una calle donde no se puede parar el coche y menos aún aparcar.

Hasta en el aire acondicionado pagaron la novatada. Todo apuntaba a flor de un día, pero desde esta página apostamos por ellos porque en medio de la bisoñez se intuía estilo y una forma de trabajar la tapa diferente. Juan Antonio y Jeanine bregaron duro y la flauta del éxito sonó y sonó hasta componer una sinfonía de triunfos que los ha situado entre los referentes de la nueva cocina sevillana. Años después abrieron con otros socios – de Petit Comité, tan referentes en el sector como ellos-, una coqueta sucursal de La Azotea en Mateos Gago, que es algo así como recibir a porta gayola a un público en gran medida ajeno a la buena mesa y más acorde con la sangría y la chancla que con las selectas comandas de esta casa. Al frente del negocio pusieron a Elena Menini, una italiana con alma y arrestos suficientes para tal empresa.

Si algo han tratado de enarbolar los fundadores de esta casa es el buen servicio, la parte más difícil de la hostelería. En Santa Cruz lo consiguen. La prueba de ello es que la variedad de la clientela, y por tanto su difícil manejo, entra hasta completar aforo y sale de allí satisfecha de lo ocurrido dentro. Trabajan una cocina de producto, de buen material en pescados y mariscos, sobre todo. Pero también bordan las ensaladas como la de aguacate, tomate y panceta con vinagreta de miso y pipirrana con su contraste de sabores y texturas. Mantienen la ensaladilla de ahumados desde los inicios, los saquitos de brie o la ventrecha de atún que tanto prestigio les ha dado o el lomo de bacalao sobre sopa de ajo con migas crujientes y yemas de codorniz. Coger mesa allí es la muerte a pellizcos, pero la carta y el “marco incomparable” bien lo merece. Y dicho todo lo anterior solo nos queda felicitar a La Azotea y desearles otros 10 años de éxitos. Y el ABC que lo cuente.

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