Serie «Señoras de las Tabernas»: Antonia Pozuelo (La Taberna de Almodóvar)

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Más de 40 años al pie del cañón avalan la fama merecida de buena cocinera de Antonia Pozuelo.

De naturaleza autodidacta, a la jefa de cocina de La Taberna de Almodóvar la vocación le llegó de mano de su marido, Ángel Sánchez. Junto a él consiguió que su restaurante se convirtiera en un referente a nivel provincial de la gastronomía cordobesa.

En 2017, después de décadas regentando su local homónimo en el pueblo de Almodóvar del Río, decidieron dar el salto a la ciudad y el éxito no se hizo esperar. Entre croquetas, mazamorras, guisos y carnes y pescados, elaborados con un respeto casi reverencial, se hicieron con el favor del público.

Cuando aún no se había cumplido un año de su inauguración, le otorgaron el título de “Señora de las Tabernas” que cada año concede El Aula del Vino de Córdoba.

«Cuando me lo comunicaron pensé que era un título que me venía un poco grande porque en Córdoba hay muchas tabernas y muchas señoras de más edad y que llevan dedicándose a este oficio más tiempo. Pero quizás a mí me lo concedieron como un reconocimiento a tantos años de trayectoria».

Esta cocinera de vocación afirma: «Este premio y todos los que puedan llegar lo comparto con mi equipo, sin el que todo esto no saldría adelante».

Antonia reconoce la satisfacción que supuso recibirlo pero también añade: «Lo que más alegrías me da en el día a día es el disfrute de los clientes con mis platos y que me llamen para decírmelo».

Otro de los culpables de su triunfo al frente de La Taberna de Almodóvar es el Tío Ricardo, familiar de su marido y «excelente cocinero» en palabras de la propia Antonia.

«De él aprendí muchas de nuestras recetas, que conservo como oro en paño», admite. Pero sus clientes pueden estar tranquilos porque sus míticas croquetas ya tiene heredera, su hija, Carmen. Ella es su mano derecha en la cocina y principal apoyo.

Y es que el negocio familiar tiene vocación de continuidad, no sólo porque el público así lo reclama sino porque ya tiene dignos herederos. Sus hijos, Carmen y Ángel, que trabajan en cocina y sala respectivamente, están aprendiendo de sus padres todos los entresijos de «una taberna fuera de lo común», como le gusta definirla.

«De taberna tiene sólo el nombre porque el formato es más bien el de un restaurante», señala Antonia. Sin embargo, ni ella ni su marido renuncian a disfrutar de tabernas con solera como Casa El Pisto, donde acuden no sólo por amistad sino también por las manitas de cerdo que sirven y a las que no se puede resistir la Señora de Las Tabernas 2018.

Ahora bien, sus fuentes de inspiración son muchas y muy variadas. Sobre todo toma buena nota de los platos que prueba en sus visitas a restaurantes gastronómicos a los que acude durante sus viajes, que son una de sus grandes pasiones.

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