Fino en Rama los Mimbres: había una vez...

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…una carretera mágica, que unía los términos municipales de Aguilar de la Frontera y Moriles, poblada a ambos lados de viñas y olivos, sobre unos suelos calizos, albarizas, que se denominan Moriles Altos en el pliego de condiciones, aunque algunos de estos pagos pertenezcan también al termino de Aguilar.

Me comentan desde Madrid que ha gustado mucho en la actividad realizada por el Consejo en Lavinia, y no me extraña. Un vino en rama brillante, que visualmente no tiene turbidez alguna, quizás algún leve paso por papel lo haya abrillantado, de un atractivo amarillo ligeramente dorado y oliváceo, verdoso, el color que todo vino debe tener en su estado de pureza.

En nariz es muy fragante y complejo, pero sobre todo, limpio, difícil de lograr en vinos con elevada crianza biológica en los que a veces sales los acetatos molestos.

Aquí notamos un amplio abanico de ahumados, frutos secos, aceituna, tostados leves, y el inconfundible aroma a la flor, a las levaduras de velo. Junto a ellos, un marcado aroma a suelo, a tiza, mineral que diríamos, que os recomiendo apreciar en la copa una vez vacía, y que indica perfectamente la procedencia del suelo del viñedo, albariza pura.

En boca es un vino típico de Moriles, pero muy elegante. Muy seco al ataque, pero de un moderado paso por boca, suave, con frescura de acidez y de la progresiva salinidad que va haciéndose protagonista, acompañada de la complejidad y largura en boca proporcionada por el amargor y la sensación grasa de la levadura. Los Mimbres, cuyo nombre quiere rescatar el material con el que se hacían las cestas tan usadas en vendimia, se presenta como un vino a tener muy en cuenta, un vino muy gastronómico, con la complejidad y persistencia necesarias acompañar, ligeramente fresquito, unas tostas de sardina ahumada, salazones, pescados azules, arroces, carnes blancas, verduras,…

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