Antonio Alarcón y Chea Madrid, Lagar Santa Magdalena: «El público busca vinos naturales y con personalidad»

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Desde 2015 el matrimonio formado por Chea Madrid (CH.M.) y Antonio Alarcón (A.A.) iniciaron una aventura enológica apasionante con la Toscana cordobesa como fondo. La ilusión y el respeto por la tradición y el campo, al que siempre han estado muy vinculados, los ha guiado en la elaboración de productos únicos, auténticas obras de arte que se fraguan en el Lagar Santa Magdalena. 

—¿Cómo llegaron a convertirse en empresarios lagareros?

—A.A.: Nos pudo la ilusión y el amor incondicional por los vinos de esta tierra. Compramos el lagar, que perteneció a los Condes de Colomera y después a varias generaciones de la familia de mi madre.

En tiempos, el lagar vendimiaba y vendía vino a principales bodegas de la zona, como Cruz Conde y otras.

También a Bodegas Alarcón, que pertenecieron a mi padre y que estaban ubicadas en Santa Marina. De hecho, mucha documentación y objetos para fabricar vino han acabado en el lagar.

—¿Cuántas referencias diferentes salen de Lagar Santa Magdalena?

—A.A.: No es nuestra meta conseguir una producción grande.Intentamos hacer productos naturales, de calidad y en armonía con los valores de esta tierra: uno de crianza biológica y cuatro de crianza oxidativa.

—¿Cómo acertar al hacer un vino?

—CH.M: Antes se apostaba por vinos más fuertes, más pesados o quizás peor tratados. Lo que ahora impera son vinos más amables al paladar, más suaves… para copear. Vinos que entren bien y sobre todo que sienten bien al consumidor. También es muy importante que sean versátiles, es decir, que te acompañen desde el aperitivo al postre y que mariden bien con una amplia variedad de alimentos. Pero, al margen de modas, queremos hacer vinos que conserven su personalidad: el sabor y aroma propios.

—¿Uno de sus puntos fuertes son los llamados «vinos reflexivos»?

—CH.M.: Cualesquiera de los de crianza oxidativa lo son. Resultan perfectos para disfrutar con una buena lectura o contemplando un bonito paisaje. Son para paladearlos y tomar conciencia de su complejidad.

— ¿Qué pautas debemos seguir para maridar, sin miedo a equivocarnos, cada una de sus referencias?

—CH.M.: El de crianza biológica es perfecto para acompañar cualquier comida. Y dentro de los oxidativos, el dulce, por ejemplo, va fantástico con chocolate, foie, y quesos curados. Mientras que el resto sirve para combinar con buenas carnes, arroces, pastas, chacinas ibéricas o un buen jamón. De todas formas, no estoy muy de acuerdo con encorsetar un vino en un grupo de alimentos.

—¿Cuál es la fórmula para que quien pruebe sus productos repita?

—CH.M.:El vino hay que olerlo, paladearlo y disfrutarlo y… ¡qué te siente bien! Y cuando te pasa eso con un vino, lo buscas, lo pides y lo compras.

—A día de hoy, ¿quiénes son sus mejores embajadores?

—A.A.: Amigos y clientes son los que han iniciado la cadena del boca a boca, que ha hecho que tantos particulares como restauradores se hayan puesto en contacto econ nosotros.

Poquito a poco y de una manera más sencilla queremos darlo a conocer

—En un panorama tan rico y singular como son los Moriles Altos, ¿por qué destacan su vinos?

—CH.M.:Están elaborados con uva de la variedad Pedro Ximénez al 100%. Pero, sobre todo, lo que les da esos olores y sabores tan especiales es el tipo de tierra en el que se cultivan. Son tierras albarizas y óptimas para la crianza de la viña. El vino empieza en la tierra, y si no la cuidas y no la mimas, es imposible obtener uno bueno. La orientación sur y las muchas horas de sol que recibe el fruto también son determinantes en la maduración de la uva. Las botas y soleras tan antiguas con que contamos obviamente influyen en el resultado.

—Sus creaciones se están convirtiendo en objeto de culto en algunos de los mejores restaurantes de Córdoba, ¿en cuáles?

—A.A.:Por ahora Lagar Santa Magdalena está presente en La Ermita de la Candelaria, de la mano de Javier Campos, que siempre tuvo fe en nuestros vinos. También en Barra y Mesa, DMercado Casa Salvador y La Querencia (en Encinarejo). Igualmente lo tienen algunos servicios de catering como los de Bodegas Campos, El Capricho y El Círculo de la Amistad.

—¿Hace falta tener cierta edad o background enológico para disfrutar de caldos como los suyos?

—CH.M.: Para nada. A lo largo de estos cinco años de experiencia nos me ha sorprendido cómo la gente joven y consumidores de fuera de la tierra los valoran y disfrutan tanto.

— Y hablando de estereotipos…, ¿hay una copa para cada tipo de vino?

— CH.M.: Yo, por ejemplo, soy una firme defensora del catavinos clásico. Lo encuentro natural. Es el nuestro. Los olores y matices de sabor en el vino permanecen más concentrados. ¡Me sabe mejor el vino!

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