Laurent Thomas, de Petit Comité: «Me gusta el concepto de tapear siempre que sean cosas distintas»

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¿Cómo recuerda su llegada a Sevilla?

Cuando llegué no conocía nada de aquí, tan solo había ido a la Costa Brava pero es muy diferente a Andalucía. No sabía nada del idioma ni de la ciudad y fue complicado. Mi cuñada vivía con nosotros y me ponía etiquetas en los muebles con el nombre en español para que fuera aprendiendo. Empecé trabajando de pinche pero fue más para aprender de la vida en Sevilla que de cocina. Eso me hizo conocer el idioma de la calle y todavía me cuesta conjugar los tiempos verbales; siempre hablo en presente…

¿Y cómo fue su primer contacto con la cocina de aquí?

Cuando iba a los bares y restaurantes no sabía qué pedir.

Lo que más me costó al llegar fue el cambio de horario y adaptarme a comer tan tarde, ya que aquí se come dos o tres horas después que en el resto de Europa y me sentaba fatal, comía picos a todas horas porque tenía hambre. Era el 97 y Andalucía era muy distinta de cómo es ahora.

¿Qué es lo que más le gustó de esta ciudad?

Me encanta la moto y Sevilla es una ciudad estupenda para cogerla.

Después de trabajar de pinche, ¿en qué otras cocinas estuvo?

En la del Alfonso XIII durante tres o cuatro años. Después fui jefe de cocina del hotel Vincci Rábida y más tarde en el restaurante Alcoy, en San Lorenzo. Allí fue la primera vez que hice cocina andaluza y tapas, puesto que en los hoteles que estuve se practica una gastronomía más internacional. También estuve en La mata 24 y después quise montar mi propio negocio en Mairena del Aljarafe, donde vivo.

¿Qué tal la experiencia de montar su propio bar?

Fue bien pero realmente solo se llenaba los fines de semana y el resto de días estaba tranquilo. Es muy importante la ubicación del establecimiento, porque la gente se para si te ve y si no te ve, no se para. Trabajaba muchas horas y hasta muy tarde y decidí poner punto y final una noche que mi mujer tuvo que venir a ayudarme y mi hijo, que entonces era pequeño, se quedó durmiendo en una mesa a las dos de la mañana. Entonces dije “Se acabó”. Empecé en Puerta Caleta y allí estaba a gusto porque a mí me encanta llegar a un sitio y ser capaz de levantar el negocio. Me preguntaban a menudo mi opinión porque existe la creencia de que los franceses son todos muy buenos cocineros, aunque no siempre tiene que ser así.

¿Está ahora en el sitio que quería estar?

Ahora estoy muy bien. Cuando llegué éramos dos en cocina y dos en sala y ahora somos 21. Subir un negocio es fácil, lo difícil es mantenerlo, pero ese es mi objetivo. Cuando un restaurante coge fama el cliente que llega lo analiza todo con mucho detalle y no duda en poner pegas. Hay gente que protesta porque estamos siempre llenos y hay que hacer las reservas con mucha antelación.

¿Con qué productos de aquí se queda?

Con el jamón ibérico de bellota. No lo conocía antes de venir y me encantó. Cuando llegué no me gustaban el fino ni la manzanilla y ahora sí. El paladar cambia muchísimo.

Foto: J. M. Serrano

¿Qué opinión le genera el concepto de tapa?

Es un plato más pequeño. Me gusta el concepto de tapear siempre que sean cosas distintas porque para mí comer en la calle es tomar cosas que no suelas hacerte tú en casa.

¿Qué encuentra en la cocina sevillana que no tenga la francesa?

Allí no se hacen croquetas ni albóndigas, por ejemplo, pero en Francia hay más variedad de productos. Se pueden encontrar más tipos de patatas, tomates o lechugas que aquí, donde estamos más limitados, aunque en los últimos años parece que está cambiando un poco. Hay sitios como PuraTasca o La Azotea que están apostando por productos diferentes y eso nos beneficia a todos porque un proveedor no te trae cosas si no las pide más gente.

¿Procura que siempre haya un toque francés en la carta de Petit Comité?

Suelo usar el hígado de pato o la trufa pero nuestro plato principal aquí es el pulpo.

Están en una ubicación muy turística, ¿qué les parece su carta a los extranjeros?

Muchas veces pasan y ven que están las mesas vacías pero las tenemos reservadas y aceptan comer pronto para dejarlas libres. Si vienen franceses salgo a saludarles y recomendarles algo porque ver que les hablan en su lengua les da mucha confianza. No obstante, nuestra carta está traducida a 12 idiomas. Siempre les recomiendo pedir tapas para así poder probar más cosas.

¿Le gustaría volver a Francia algún día?

Ya no me voy de aquí. La gente a veces cree que le gustan cosas aunque no las conozcan y piensan que trabajar en París tiene que ser increíble pero es horrible. Yo conozco Sevilla y sé lo que es trabajar aquí y tengo claro que ya no me muevo.

¿Quién es?

Foto: J. M. Serrano

Laurent Thomas nació en Burdeos y allí dio sus primeros pasos en el mundo gastronómico. Apenas cumplió la mayoría de edad comenzó una etapa que se prolongó durante años y que le llevó a numerosos establecimientos de perfil turístico en las regiones de Bretaña y Los Alpes. Allí practicó la cocina francesa y se hizo un importante nombre, pero lo dejó todo por amor y se vino a Sevilla en el 97 con la que entonces era su novia, hoy su mujer. El cambio fue radical y de llevar la cocina de importantes hoteles pasó a pelar patatas en cervecerías de centros comerciales, un descenso en su carrera provocado por desconocer el idioma pero que ahora define como beneficioso en su trayectoria. Esa etapa le enseñó no sólo las palabras de la lengua que ansiaba conocer, también le mostró sin tapujos los vericuetos del carácter sevillano y sus costumbres.

Llegó a Petit Comité cuando apenas llevaba unos meses abierto y enseguida imprimió su personalidad a la carta. Volvía a ser el gran chef que dejó en Los Alpes. Es padre de dos hijos adolescentes y ha echado raíces en esta ciudad de la que ya no quiere moverse, aunque su marcado acento francés a veces le haga parecer recién llegado.

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