Yolanda López (Bar Julio César): "Aquí todo el mundo se siente en familia"

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Como a todos los que trabajan detrás de una barra, a Yolanda López, del Bar Julio César, se le ha pegado esa capacidad de análisis que tienen los que dedican a la psicología. Capta el estado de las personas con solo verlas, aunque su carácter transparente y diáfano le impide disimular sus pensamientos. Los nervios, eso sí, los tiene a prueba de bombas, como ha demostrado trabajando durante años junto a su marido, José María Bonilla, y su suegra, María Manchón, cuyas riñas y cariños son bien conocidos por los parroquianos de este espacio gastronómico cargado de sabor. En breve se sumará su hijo pequeño, que anda aprendiendo la teoría de los fogones para ponerla en práctica junto a su abuela, una incansable cocinera aferrada a sus sartenes que ni los 72 años han logrado apartarla de lo que lleva haciendo toda la vida.

¿Cómo es trabajar tantas horas con su suegra y su marido?

Tiene sus ventajas y sus inconvenientes, porque al estar tantas horas es inevitable que a veces discutamos, pero lo llevamos muy bien porque todos respetamos el trabajo del otro. Las cosas hay que hablarlas, y lo cierto es que ella discute más con su hijo que conmigo. En realidad estamos acostumbrados a estar siempre juntos, porque vivimos en el mismo bloque e incluso veraneamos en el apartamento de mi suegra.

¿Le resulta fácil trabajar de cara al público?

Para mí sí lo es. Yo veo llegar al cliente y según venga así le salgo, se me nota en la cara y no puedo disimular lo que pienso. Soy muy transparente, aunque también he aprendido a dar mis capotazos. En general nuestra clientela es muy buena y la conocemos bien, son gente fiel que viene desde hace mucho tiempo y no tiene ni que pedir, porque ya sé lo que toman.

Abren muy temprano, ¿con qué ánimo llega el público más madrugador?

Vienen muy calladitos y yo también lo estoy. Hasta que no desayuno no hablo.

¿Y a qué hora suele desayunar?

Cuando puedo. A veces me pongo la tostada a las 9 y no me la puedo tomar hasta las 10, con lo que ese primer tramo de la mañana estoy más bien calladita…

¿Y cuáles son los días más animados para sus clientes madrugadores?

Los lunes llegan fatal, los mejores días de la semana son los miércoles y los jueves, porque ya el viernes llegan agotados después de tanto madrugar.

¿De qué suele hablarle el público?

Normalmente los clientes de más confianza llegan y te hablan de su estado de ánimo, te cuentan lo que han hecho, si van al médico, si tienen que comprar algo para ponerse en un evento familiar…

¿Y hablan también entre ellos, o solo con usted?

Hablan mucho entre ellos y se acaban formando auténticas tertulias en las que participan incluso los que llegan por primera vez.

¿Cuáles son los temas más recurrentes?

Política, cofradías, fútbol… yo hay cuestiones en las que, si no me preguntan, prefiero no opinar.

¿Y eso de los capotazos que decía antes?

Hay veces que me cuentan cosas y esperan una respuesta pero no siempre sé qué decirles, con lo que suelo cambiar de tema.

¿Ha cambiado el móvil la dinámica de los bares como Julio César?

Completamente, no tiene nada que ver con lo que era hace unos años, que el público buscaba cierto desahogo en el bar. Ahora la mayoría llega mirando su teléfono y le cuesta apartar la vista de la pantalla incluso para recoger su café de la barra.

¿Cómo se apaña en las horas de más trajín para atender a los clientes más charlatanes?

A veces no los puedo escuchar porque está lleno el bar, hoy por ejemplo ha habido una hora en que no se cabía y todavía había quien quería pegar la hebra…

¿Cómo es el perfil de su público?

La mayoría son trabajadores de la zona, gente que desayuna aquí y luego repite en el almuerzo y con muchos de ellos hemos entablado una gran amistad, incluso nos invitamos a las bodas y comuniones.

¿Y cómo se lleva con los parroquianos menos habladores?

Si hay clientes que vienen de siempre y son poco habladores, les sonsacamos y acaban hablando. Aquí todo el que entra se siente en familia, incluso los extranjeros, que vienen un día y repiten todos los que están en Sevilla.

¿Y qué cara ponen los de fuera cuando ven discutir a su suegra y su marido?

Ellos discuten delante de la gente sin problema y los que los conocen incluso los provocan para que riñan. Desde que mi marido era pequeño discutía siempre con su madre.

¿Sobre qué discuten?

Ella le riñe si ha tardado mucho comprando, o le dice que se ha equivocado y ha traído otra cosa… a la gente le gusta escuchar cuando empiezan en ese plan…

¿Qué cualidades ha desarrollado en todos estos años trabajando detrás de la barra?

La memoria, porque me acuerdo de lo que piden los clientes; la paciencia y la discreción. Detrás de la barra se escucha todo, pero hay muchos momentos en los que no hablas y te quedas callada porque hay que ser discreta.

¿Qué cree que hace volver a su público?

Muchos de nuestros clientes pasan todo el día trabajando y buscan un sitio en el que se sientan como en casa. También les atrae que aquí hay cocina casera y saludable, buscan cosas que ya no hay en los sitios modernos, como las espinacas con garbanzos, la carne con tomate… Y les gusta sobre todo que esto siga como siempre. Eso sí, hay cosas que han cambiado, como la prisa que trae ahora todo el mundo. Quieren comer en media hora y marcharse, estamos todos un poco estresados la verdad.

Quién es

Yolanda López debe mucho a esa calle que tiene nombre de emperador romano en pleno corazón de Sevilla. Allí la rondó un joven José María Bonilla siendo ella una adolescente que trabajaba en un horno vecino del bar de su futura familia política. No tardó en entrar a echar un cable una vez que su suegro se retiró a una segunda fila y en esa barra en la que cada mañana recibe a sus clientes ha pasado media vida. Los fines de semana disfruta de un privilegiado tiempo libre que no es habitual entre los que se dedican a la hostelería y le gusta ir a desayunar fuera con su marido. Eso sí, ningún café iguala al que ella hace, asegura. Sin planearlo, se ha convertido en una auténtica relaciones públicas con ascendencia a psicóloga que inspira confianza a todo el que la conoce un poco.

Ver los comentarios