Casa Aurelio: nueva etapa para este clásico de El Porvenir

Casa Aurelio (Río de la Plata, 1) acaba de pasar página y estrenar una nueva etapa en su larga trayectoria, que ya supera las tres décadas. Este mítico bar de El Porvenir acaba de cambiar de manos y ahora tiene al frente al joven Felipe Molina, hijo de Cristina Llorente, de Abacería La Juana .

Cristina Llorente y Felipe Molina /Fotos: Tomás Muruaga
Aunque han querido mantener el nombre y la esencia de este arraigado establecimiento , han acometido una reforma que ha dado un nuevo aire al espacio. Así, el interior luce ahora un aspecto renovado y actual, con una barra de azulejos rojos y mobiliario en tonos blancos y rojos.

El bar, ubicado junto a la iglesia de San Sebastián, mantiene el gusto por los mariscos que ha tenido toda la vida y que su clientela bien conoce. De hecho, muchos de sus parroquianos llegan preguntando si pueden pedir esas gambas de siempre y los nuevos propietarios no querían defraudarles. “Mantenemos el marisco fuera de carta”, explica el joven Felipe Molina.

En carta tienen más protagonismo las recetas con sabor a mar , como mejillones en escabeche, mojama, ceviche, langostinos al curry o chipirones en su tinta. También cocochas con gulas o pulpo a la gallega, sin dejar atrás su salpicón de marisco o sus langostinos al ajillo.
También hay recetas de carne , como carrillada, cola de toro, tataki de chuletón de vaca o judías con secreto, entre otras. Como postre, perfecto de chocolate es su especialidad.
Casa Aurelio también sirve desayunos con el clásico pan sevillano (o integral), que se puede acompañar con jamón, sobrasada, manteca colorá o york, entre otras opciones.

En cuanto a los vinos, hay una representación de los distintos tipos para satisfacer los gustos de su clientela. El vermut es una de las grandes apuestas del espacio , siguiendo la estela de Abacería La Juana, pero también hay generosos, verdejos, albariños y riojas, entre otros.
Casa Aurelio abrió en 1987 y desde entonces ha pasado por varias manos. Después de su fundador, quien dio nombre al establecimiento, pasó a Rafa León, uno de sus camareros que decidió quedarse con el negocio. Tras él ha tenido otros gestores y desde hace un año aproximadamente permanecía cerrado, hasta que Felipe Molina ha vuelto a darle una nueva vida.
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