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Savater: «La religión ya no es el opio sino la cocaína del pueblo»

JESÚS ÁLVAREZSEVILLA. El escritor y filósofo Fernando Savater analiza en su último libro, «La vida eterna« (Ariel), el papel resurgente de las religiones en el siglo XXI, en aparente contradicción con

JESÚS ÁLVAREZ

SEVILLA. El escritor y filósofo Fernando Savater analiza en su último libro, «La vida eterna« (Ariel), el papel resurgente de las religiones en el siglo XXI, en aparente contradicción con las revoluciones tecnológicas, los avances científicos y el triunfo del consumismo que caracterizaron la segunda mitad del siglo anterior y el inicio del actual. El autor, que aborda también la fe, la verdad, la razón y la muerte, cuestiones «eternas» de la filosofía desde la época de Sócrates, afirmó ayer en Sevilla que «la religión ha dejado de ser el opio del pueblo, que es una sustancia adormecedora y que da sosiego, para convertirse en la cocaína, que da frenesí y desmesura, pues algunas personas que la consumen se ven empujadas por su religión a cometer atrocidades y acciones tremendas». «La religión -añadió- se ha convertido en un estimulante para comportamientos terribles, tanto de los amigos de Bin Laden, que ponen bombas en mercados, como del presidente Bush, que bombardea los países que no le gustan en nombre de Dios porque dice que América es el pueblo elegido». No obstante, aclaró que «el problema de la actualidad no es la guerra de religiones, sino los enfrentamientos invocados con pretextos religiosos, donde cada uno se considera el elegido por Dios para defender su causa». «El factor religioso -añadió- es un elemento en estos enfrentamientos pero hay otros muchos que también entran en juego».

La inmortalidad

Savater asegura que la religión «vuelve a estar en el centro del debate ideológico y político» porque el hombre «no se resigna a la idea de desaparecer y rechaza intensamente la idea de mortalidad, con la consiguiente necesidad de creer en algo y de buscar una salida con destino a la vida eterna».

«La vida eterna» analiza también la relación estado-religión, el papel de ésta dentro del sistema educativo y su protagonismo en movimientos integristas. «La Iglesia se vuelve buena y tolerante cuando es débil o pierde fuerza», sostiene el pensador vasco, para quien, no obstante, «algunas figuras religiosas representan valores éticos como el de la benevolencia, la generosidad con los desfavorecidos o el sacrificio con respecto al prójimo».

Savater no cree que la única religión hoy en día sea la del consumismo y la del dinero, como piensan muchos, puesto que «las creencias religiosas y la fe en el dinero -dijo- no son cosas incompatibles y no conozco a ningún creyente, ni a ningún Papa, que haya renunciado a su riqueza, salvo San San Francisco de Asís, por lo que tener dinero no es incompatible para creer». De forma que para Savater «la religión no se ha sustituido, sino que convive con otras creencias».

También cree el autor que «se suele juzgar la fe desde algunos países en concreto, sobre todo europeos, «lo que nos lleva a pensar que ésta se ha perdido cuando, sin embargo, en otros lugares como Latinoamérica o Arabia Saudí sigue estando completamente viva».

Savater añadió que, a pesar de todo, la historia y tradiciones de un país como España «están ligadas indiscutiblemente a las creencias religiosas, un hecho que algunos vivirán como actos festivo-culturales y otros celebrarán con verdadera devoción, el único problema está en querer convertir nuestra opción en un dogma».

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