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Jorge Edwards: «Falta bastante para que vuelva a ser persona grata en Cuba»

A.G.R.SEVILLA. Jorge Edwards quiso ser poeta de joven, «pero me pasé a la prosa narrativa, porque yo no creo en la prosa poética, pero creo que en el ritmo de la escritura puede haber un aire que

NIEVES SANZ Fernando Quiroz y Jorge Edwards presentaron ayer en Sevilla sus últimas novelas

A.G.R.

SEVILLA. Jorge Edwards quiso ser poeta de joven, «pero me pasé a la prosa narrativa, porque yo no creo en la prosa poética, pero creo que en el ritmo de la escritura puede haber un aire que tiene que ver con la atmósfera de la poesía». Y en esta reflexión se sustenta la esencia de «La casa de Dostoiesvky», novela con la que acaba de ganar el Premio Iberoamericano de Narrativa Planeta. Porque Edwards viaja de este refugio de Santiago de Chile en el que quiso ser poeta al Chile de la dictadura de Pinochet pasando por Roma, París y Cuba. «Aquel Santiago de los años cuarenta era una ciudad con muchos cafés, tabernas, tugurios con vino peleón, vinos absolutamente feroces. De ahí paso al París de los años sesenta. Y después llego a Cuba con espíritu de novelista, no como persona non grata. Yo creo que la gracia cubana de la música y del ron aparece en este libro». Para Edwards, esta obra es un compendio de «poesía, amor y política a lo largo del tiempo. Es un texto que tiene algo de autobiográfico y que está dividido en tres partes, una dedicada a la musa del poeta, otra a la amante del poeta y otra a la mamá del poeta».

Con esta novela, el escritor chileno ha logrado regresar a Cuba, aunque sólo sea de manera ficticia, porque «falta bastante para que vuelva a ser persona grata allí. Con el retiro del comandante a lo mejor puedo volver a la isla, pero prefiero quedarme donde estoy, miro con curiosidad lo que pasa allí. De todas formas, en esta novela no aparece lo político, sino la noche cubana a través del pianista Bola de Nieve».

Quiroz critica al Opus Dei

Por otra parte, el colombiano Fernando Quiroz ha sido finalista de este galardón con la obra «Justos por pecadores», «una novela de amor para aquellos lugares en los que no existe el Opus Dei, pero como estamos en España, donde se fundó, tengo que decir que es una novela sobre un miembro que abandona la institución porque descubre varios horrores». Quiroz estudió un año en colegio del Opus en Bogotá y dice que «me dieron un silicio que tenía que usar dos horas al día y un látigo para golpearme en la espalda los sábados».

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