El matrimonio de las civilizaciones
Según la Iglesia Católica, el matrimonio es uno de los siete sacramentos. Según el Estado se trata de una unión civil. En cualquier caso, aceptando una definición o ambas, el hecho es que supone la
Según la Iglesia Católica, el matrimonio es uno de los siete sacramentos. Según el Estado se trata de una unión civil. En cualquier caso, aceptando una definición o ambas, el hecho es que supone la vía de integración más eficaz, según ha demostrado la historia de la confluencia de civilizaciones.
En ese sentido, una realidad se está forjando en la sociedad sevillana: la inclusión de apellidos hasta ahora «extraños» en la guía telefónica, como Mohamed, Kaddouri, Piedrahita o Ivanova. La causa, la celebración de un número in crescendo de matrimonios entre foráneos y españoles en nuestra provincia. En concreto, una tendencia que se ha triplicado desde el año 2000, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). En total, se han casado 1.725 parejas mixtas en los últimos cinco años.
Esta tendencia es una consecuencia directa del aumento de la población extranjera en los últimos años (Andalucía se sitúa en el segundo puesto del ranking nacional, con más inmigrantes, después de Cataluña).
Sin embargo, existen otros motivos de tipo racional que arrojan más luz sobre estas tendencias sociales. Como explica Víctor Muñoz, profesor de Sociología en la Universidad Pablo de Olavide, la mayoría de los inmigrantes en Sevilla trabajan en ambientes de trabajo donde el contacto humano es más cercano, «sectores laborales como la agricultura, la construcción, servicio doméstico, que propician matrimonios entre empleados y empresarios».
Cruce de culturas
En cuanto a los países europeos, sus ciudadanos gozan actualmente de «un mercado de trabajo unificado y más derechos que facilitan establecerse en cualquier país miembro, lo que hace aumentar la probabilidad de contraer matrimonio mixtos». Todo esto genera un «enriquecimiento en la cultura española: nuevas visiones, valores e ideologías», según afirma Muñoz, y suma el «mestizaje» resultante de personas con padres de distintos países.
Sobre el total de los matrimonios mixtos, los varones sevillanos deciden casarse más con extranjeras, en un 60%, que las sevillanas (40%). La estadística elaborada por el INE va más allá e indaga en la nacionalidad de los contrayentes. De ahí se desprende una clara diferenciación en los gustos de los ciudadanos naturales de Sevilla. Ellas los prefieren nigerianos, marroquíes y europeos, mientras que ellos las eligen de Colombia, Brasil, Marruecos y Ecuador, en ese orden. En definitiva, ellos tienen unos gustos más diversificados.
En España hay más extranjeros que extranjeras, lo que explica que ellas participen más en los matrimonios mixtos. Pero además de razones demográficas, también intervienen en este hecho razones más instintivas.
Disparidad de gustos
En relación a las novias latinoamericanas, las similitudes idiomáticas y culturales reducen el choque cultural a la hora de contraer matrimonio, una circunstancia que se ve favorecida por lo que en términos científicos se llama «el mercado matrimonial». Víctor Muñoz establece «un criterio aritmético»: socialmente, el hombre tiende a buscar parejas más jóvenes. En este sentido, al haber una disminución de la natalidad nacional se reduce el número de mujeres jóvenes españolas y por tanto del porcentaje de matrimonios con ellas, aumentando a su vez la necesidad de buscar parejas de otra procedencia y surgiendo así más uniones interculturales.
Sin embargo, en el caso femenino existe una mayor complejidad. Las mujeres no tienen tan desarrollada esa necesidad de encontrar una pareja más joven, por lo que «entran en juego otras razones, como la atracción».
El profesor de sociología señala que, en términos generales, ellas buscan alicientes más relacionados «con los rasgos físicos no frecuentes, exóticos, fuera del prototipo latino», lo que se traduce en unas preferencias por el otro bloque mayoritario de inmigrantes: marroquíes y nigerianos.
Sin duda, el país que más relaciones matrimoniales ha establecido con Sevilla es Colombia. En los últimos cinco años se han celebrado más de 200 matrimonios entre una mujer colombiana y un español. «Nuestro éxito con los sevillanos es que somos muy fieles, hacendosas y guapetonas», dice una empleada del consulado de Colombia. Señala que estos matrimonios surgen de varias maneras: colombianas estudiando o trabajando en la ciudad, a través de Internet, e incluso por «un flechazo durante un viaje de trabajo o vacaciones».
En este último caso se podría encajar el matrimonio de José Luis y Claudia, un sevillano y una mujer colombiana residentes en Sevilla desde hace casi tres años. Sin embargo, José Luis reconoce que su caso es atípico. Se conocieron en México cuando ambos trabajaban allí. Por razones laborales ella se trasladó a EEUU pero continuaron la relación, hasta que en uno de sus encuentros decidieron formalizar su situación: casarse en el consulado de España en México. Ella, licenciada en Económicas, renunció a su carrera profesional en América y decidió venirse a Sevilla con él. Hoy día ya tienen un hijo y están esperando otro. José Luis afirma que los colombianos «defienden mucho el concepto familiar y lo mantienen como un esquema de vida».
Un escenario propicio
Al margen de las parejas mixtas con españoles, en Sevilla más de 300 extranjeros encontrasen «su media naranja» con otro extranjero en los últimos años. El corazón no entiende de nacionalidades y permite la unión entre un peruano y una finlandesa, una marroquí y un alemán, o un nigeriano y una portuguesa, por ejemplo.
Sin embargo, todos estos datos se invierten en un estudio a nivel nacional realizado por el Instituto de Política Familiar, que afirma que el porcentaje de mujeres españolas en las uniones mixtas es del 61%, frente al 39% de los hombres. Ya se sabe, la variedad también se da dentro del país, de norte a sur y de este a oeste, y además, ¿quién dijo que los asuntos de pareja fueran sencillos?
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