Los niños «que arrancan» la procesión
TEXTO: FERNANDO CARRASCO FOTO: ARCHIVOForman parte del paisaje de cada 15 de agosto. Lo mismo que en la procesión del Corpus Christi y en la procesión de impedidos de la Hermandad Sacramental del
Forman parte del paisaje de cada 15 de agosto. Lo mismo que en la procesión del Corpus Christi y en la procesión de impedidos de la Hermandad Sacramental del Sagrario. Son los niños carráncanos y preceden al cortejo de la Patrona de la ciudad de Sevilla y su Archidiócesis.
Precisamente, la Archicofradía Sacramental del Sagrario es, según documentos que obran en poder de la corporación, la única que ha mantenido este grupo de niños desde que lo fundó. Sus orígenes se remontan a mediados del siglo XVI y desde entonces se han podido ver en cuantas procesiones ha organizado la corporación como en otras en las que participa, caso del Corpus y la Virgen de los Reyes.
José Luis Abaurrea, presidente de la Sacramental del Sagrario, señala «el valor real» de esta comitiva que en un principio eran niños de coro, que hacían funciones de ceriferarios y cirioprestes e iban precediendo las distintas procesiones. Eran los niños que «arrancaban» éstas, de ahí que sea tomado su nombre actual -carráncanos- como una derivación de aquella acepción. Así lo refiere, igualmente, Francisco Javier González Barrientos, prioste de coro de la Sacramental del Sagrario y una de las personas que más ha indagado en el origen de los niños carráncanos. «Hay constancia gráfica de su presencia en las famosas tiras del siglo XVIII de la procesión del Corpus Christi, donde aparecen los caballeros formando parte del cortejo y los niños carráncanos».
Precisamente, una de las funciones de estos niños podría ser la de llevar la luz, esto es, los cirios y velas precediendo la procesión, ya que «los nobles y los caballeros no podían cargar con nada. De ahí que estos chavales fuesen los que en principio llevaban esa luz que era la que precedía a la procesión. Eran los iluminadores del cortejo, en una época en la que obviamente no existía la electricidad».
Niños de la calle
En un principio, estos niños estaban remunerados y su presencia en el cortejo tenía un carácter caritativo, es decir, que les pagaban por salir, al igual que ocurría con los nazarenos en las cofradías. Se trata, en definitiva, de niños de «la calle», chavales a los que la Archicofradía Sacramental del Sagrario acogía en una acción de caridad y así les instruía para que pudiesen abandonar, en la medida de lo posible, las malas influencias que en aquella época podían ejercer sobre ellos el ambiente que se respiraba en una serie de barrios y calles de la ciudad.
Evidentemente, esta circunstancia ha cambiado con el paso de los siglos y la figura del niño carráncano tiene un papel destacado en el devenir de la Sacramental del Sagrario, corporación que cuida sobremanera todo su patrimonio, tanto artístico como devocional y, como no podía ser de otra forma, en lo relativo a todos los actos de culto externo.
Hermano protector
Tanto es así que en las reglas de la corporación, en su artículo 38, se especifica claramente que «la junta de gobierno nombrará un hermano protector de los niños, debiendo ser una persona convenientemente formada tanto cristiana como litúrgicamente, para que pueda dar la conveniente formación a los niños de la Archicofradía. Este podrá asistir a las juntas de gobierno cuando se le requiera para informar lo que estime oportuno sobre su cargo».
En la actualidad, la hermana protectora es Carmen Pérez Rivero. Según José Luis Abaurrea, «es una persona totalmente volcada con los niños, a los que le imparte catequesis y el día antes de una salida procesional, mantiene con ellos una charla catequística. Ellos saben perfectamente, gracias a ella, lo que representa el Santísimo. Incluso les ha hecho un libro de oraciones específico para ellos».
Hijos de hermanos
De los niños pagados en sus orígenes para formar parte de la procesión, se ha pasado a niños que son hijos de hermanos de la archicofradía. La edad estimada para entrar a formar parte del grupo de niños carráncanos está en torno a los seis o siete años, permaneciendo como tales hasta los doce.
«Posteriormente -explica José Luis Abaurrea-, se mantienen vinculados a la corporación en la función de acólitos, hasta que cumplen los 18 años», que es la edad requerida para poder ser hermano de la Sacramental del Sagrario. Sin embargo, existe un acuerdo de junta de gobierno por el cual los niños que han sido carráncanos, al cumplir los 18 años, pueden entrar por derecho propio en la hermandad y, en los dos años siguientes, no pagar la cuota de hermano. «Es a los 20 años cuando ya comienzan a pagar esta cuota como cualquier otro hermano». Una forma de que estos chavales sigan inmersos en el devenir de la archicofradía.
Por otra parte, en lo referente al número de niños carráncanos que participan en las distintas procesiones, se sitúa en torno a los 12, si bien en la de la Virgen de los Reyes baja el número, sobre todo por aquellos «que muchos padres se encuentran de vacaciones». La más alta participación es en el Corpus y en la procesión de impedidos que anualmente celebra la Sacramental del Sagrario. Igualmente, a este cortejo les acompaña un niño carráncano con campanilla y un pertiguero que va tutelando a los chavales.
Un atuendo singular
Por lo que respecta a la ropa que visten los niños carráncanos, destaca sobremanera la corona o casco que lucen en la cabeza. De metal, en el frontal lleva el escudo de la archicofradía y en los laterales ornamentos con motivos vegetales. Igualmente, la parte superior es de metal, aunque lacado en negro. Si bien no hay constancia del motivo de este casco, todo hace indicar que su función era la de proteger a los niños de la cera que caía de los cirios y velas que portaban.
En cuanto a la ropa, llevan una camisola, a modo de roquete. Bajo ésta, una especia de camisa con mangas y bajos en lana roja, que llega hasta la altura de las rodillas. La camisola se ajusta con un lazo rojo. A modo de pantalón, unos perniles, también en lana roja, con ajustes elásticos en las piernas. El calzado es negro.
El ropaje es propiedad de la hermandad, según explica Francisco Javier González Barrientos, quien destaca que «se va renovando y, evidentemente, va pasando de unos chavales a otros dependiendo de la edad y lo que vayan creciendo».
Todos los niños carráncanos portan un palermo de madera, pintado en rojo, rematado en una cazoleta que retiene la cera de la vela que portan al final de dicho palermo.
La intención de la corporación es ejecutar un proyecto por el que se proceda a renovar las coronas actuales, que datan de finales del siglo XIX, si bien la junta de gobierno quiere que este símbolo de los carráncanos sea de otro tipo de metal de mayor calidad.
Valor patrimonial
José Luis Abaurrea señala, en todo caso, que los niños carráncanos son uno de los signos de identidad de la Archicofradía Sacramental del Sagrario. «No sólo por la presencia en procesiones como la de impedidos que organiza nuestra corporación o en la del Corpus Christi y la de la Virgen de los Reyes, sino por la formación que se ofrece a estos niños y la catequesis permanente que se les imparte. Es una forma más de dar a conocer el Santísimo Sacramento, que es el fin primordial de adoración».
La respuesta de los chavales es importante, ya que lejos de extinguirse la figura del niño carráncano, «son muchos los que quieren formar parte de los cortejos como tales. Gracias a Dios la cantera que poseemos es muy buena -abunda José Luis Abaurrea- y eso hace que sea un grupo importante. Son doce los que participan en las procesiones, pero siempre hay varios más que, si se produce una baja, están preparados para poder ejercer estas funciones. Eso es algo que hay que saber valorar en estos tiempos».
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