La Pañoleta recuerda su escuela
Por AMPARO BACA PÁEZLa Escuela Parroquial de La Pañoleta ha cumplido su cincuenta aniversario poniendo sus aulas al servicio de los cameros, que durante este tiempo han disfrutado de una enseñanza
La Escuela Parroquial de La Pañoleta ha cumplido su cincuenta aniversario poniendo sus aulas al servicio de los cameros, que durante este tiempo han disfrutado de una enseñanza escolar pero, sobre todo, de una segunda familia.
Así se demostró durante el acto de celebración de este cumpleaños tan especial, ya que en la nueva parroquia, construida en el solar donde se ubicaba la escuela, se reunieron alrededor de 300 antiguos alumnos -de los 800 que pasaron por las aulas-, desplazados desde los distintos lugares en los que ahora residen.
Para Rafael Urías, director y maestro del centro durante 34 años, el encuentro se convirtió en un acto muy entrañable y de reencuentros de alumnos que en algunos casos llevaban sin verse cerca de 30 años. Una oportunidad mucho más valiosa para quien, por cuestiones de salud, quizás no podrá repetir esta escena. Es el caso de Felipe, a quien su director, después de más de tres décadas sin verlo, reconoció «porque tenía la misma cara que cuando era un niño». Su hermano, que también pasó por el colegio no pudo revivir este encuentro.
Generaciones
Y es que por la escuela parroquial han pasado hasta tres generaciones de la misma familia, saliendo de ellas desde directores de banca hasta profesores de Universidad o conservatorio, como explica Rafael Urías. Él mismo recuerda cómo nació esta escuela, una de las primeras dotaciones de una zona con muchos problemas. «En 1956, La Pañoleta era un barrio chabolista de autoconstrucción, con las calles sin asfaltar, sin luz, ni agua ni alcantarillado, constantemente inundado con las crecidas del Guadalquivir y absolutamente desatendido», indica. La escuela consistía en dos aulas, una para niños y otra para niñas, que también tenía cocina y un comedor, donde se mezclaban los alumnos de todos los cursos, dirigidos por tres maestros. «Con el tiempo llegó a ser una de las últimas escuelas unitarias de España, siempre con el mismo director y la misma vinculación a la parroquia, ya que las aulas hacían los sábados y domingos de Iglesia, retirando dos biombos y reordenando las bancas», dice.
Al ser una de las pocas dotaciones de una barriada muy humilde, recuerda la influencia que tuvo tanto la escuela como la parroquia en el desarrollo del barrio: «Desde ahí se impulsaron iniciativas asociativas entre los vecinos, se hizo de interlocutor con el Ayuntamiento para la rotulación y el asfaltado de las calles, instalación de alumbrado público, o para resolver problemas concretos». Además, confiesa que la escuela parroquial «acogió reuniones de sindicatos clandestinos en la época de Franco y aún hoy en la parroquia funciona un activo grupo de Cáritas Diocesana que atiende a numerosos inmigrantes en situación de carencia».
Espacio familiar
En contraposición con los problemas actuales en la enseñanza, Urías recuerda cómo la escuela se convirtió en un nuevo espacio familiar, «donde los padres intervenían tanto o más que los maestros. Teníamos reuniones con ellos cada 15 días y hacíamos excursiones al campo. Los padres jugaban al fútbol contra las madres y todo se hacía en conjunto, las fiestas, etcétera, porque era un colegio muy entrañable».
Los recuerdos de 34 años de dedicación a la escuela parroquial en la mente de Rafael Urías son interminables, pero hay algunos momentos más significativos que aparecen en primer lugar. Es el caso del acontecimiento que vivieron en la Expo 92, ya que la escuela parroquial fue apadrinada por el Pabellón de Canadá. «Desde la organización canadiense se hicieron visitas al colegio y todas las actuaciones que pasaban por el pabellón se representaban también en la escuela. Además, nos organizaron dos visitas a la Exposición, a las que fuimos los 112 alumnos que había ese año con sus padres», recuerda. Pero ese contacto continuó, porque indica cómo los niños se carteaban con los alumnos canadienses que estudiaban español y que una de las extranjeras, por un sorteo, tuvo la oportunidad de viajar a Sevilla para conocer a la niña con la que se escribía.
A pesar de que la escuela ya no existe, durante el reencuentro por el cincuenta aniversario se pudo visionar un vídeo realizado por Rafael Urías en Súper 8 en el año 80 en la que se observa cómo estaba La Pañoleta en esa fecha, así como la escuela, los alumnos y las reuniones de padres que se hacían. También ampliaron la información gráfica con la proyección de más de 100 fotos antiguas con una adaptación musical realizada por un antiguo alumno que en la actualidad es profesor de piano.
Pero los recuerdos no quedaron ahí: el ex director se encargó de poner en los tablones las más de 30 listas de los alumnos que pasaron por el colegio y con algunos trabajos que todavía conserva, además de algunos periódicos que realizaron durante la época escolar.
La escuela parroquial cerró sus puertas en el año 1994, víctima de la nueva ley de educación, la Logse. Los maestros que había en aquellos momentos pasaron a la escuela nacional, al igual que Rafael Urías, que estuvo de director en el colegio público hasta que llegó su jubilación.
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