Históricos y artísticos
Y es que la informática también ha llegado a unos cuantos nacimientos sin por ellos renunciar a su clasicismo y solera. Es el caso del belén histórico artístico de la iglesia del Santísimo Cristo de la Victoria, que anualmente recrea con mimo el padre Jesús Revuelta. En la instalación informatizada conviven figuras de Martín Castells y Martí, José Nicolás Almansa y José Luis Mayo Lebrija. Animación audiovisual y efectos especiales controlados por ordenador prenden en el espectacular belén artístico que podrá verse en la parroquia de los Doce Apóstoles, donde se dan cita piezas de estilo hebreo realizadas en barro por sabios artesanos murcianos.
Mayo Lebrija también firma el belén artístico de la catedral de la Almudena, en cuya instalación se esmera el padre Félix Castedo. En este mismo espacio, el padre José María Durán instala también un monumental Misterio y Epifania cuyas figuras del siglo XIX llevan la rúbrica de la escuela gerundense de Olot.
Belenes populares
Los nacimientos populares también despiertan muchas pasiones. Aquí tiene cabida el belén de palillo al que dio forma José Luis Mayo Lebrija durante dos años de trabajo (20O3-2005). Lo componen 30 figuras y cinco edificaciones. Sobre el altar, este templo aprovecha para deleitarnos con dos obras de la escuela española (Santa Ana y Niño dormido) y otra de Alonso Cano (Inmaculada Concepción) así mismo, el brillante imaginero madrileño es artífice del monumental nacimiento que ocupa un lugar de honor en la basílica pontificia de San Miguel Otro de los belenes populares más esperados se hará sitio en la basílica de San Francisco el Grande. Como popular y de carácter sevillano se define el belén que exhiben las Hermanas de la Compañía de la Cruz, donde en pleno corazón de Madrid no faltan flamencos y demás localismos andaluces.
En el belén popular del Monasterio de las Descalzas Reales coinciden armoniosamente figuras de los siglos XVIII y XX que vieron la luz en distintos talleres artesanales. El cenobio aprovechará esta vez para dar buena cuenta de su valiosa colección de escultura, ofreciendo su particular Selección del Niño Jesús con una muestra de su obra escultórica de los siglos XVI, XVII y XVIII. Y luego está el belén popular del Real Monasterio de la Encarnación, que aúna piezas decimonónicas de la estimada escuela belenista de Olot y otras más actuales de Mayo Lebrija.
Como elemento añadido, este año se reserva la exhibición del Cortejo de los Reyes Magos, formado por 30 figuras napolitanas del siglo XVIII que pertenecen al belén de Patrimonio Nacional. Ambos belenes, junto con el del Museo Nacional de Artes Decorativas, componen la nómina madrileña de belenes fijos.
Las joyas de la Corona
El palacio Real vuelve a abrir sus puertas para deleitar a propios y extraños con el llamado belén del Príncipe, una tradición que inaguró Carlos III al habilitar una de las salas palaciegas para que los madrileños pudieran gozarlo. En principio fueron unas cuantas piezas que el monarca regaló a sus hijos: el luego Carlos IV en calidad de primogénito y el infante don Gabriel. El rey estaba más entusiasmado con la obra que sus propios vástagos y con el tiempo lo fue engrandeciendo durante años con a manos de los más destacados artistas genoveses y españoles del siglo XVIII hasta reunir miles de figuras. Entre los imagineros elegidos no podía faltar el insigne Francisco Salzillo, que compartía afición belenista con su ilustrada alteza, ni los escultores valencianos Esteve Bonet y José Ginés Marín. De la envergadura que alcanzó en vida del monarca, sirva de dato que como atrezzo del espectacular y abigarrado despliegue de figuras y decorados al más puro estilo del belén napolitano, la que entonces fuera Casa de la Panadería amasaba 4.000 bollos y panecillos.
De la considerada como joya de la Corona en el terreno belenista, apenas quedan un centenar figuras que ilustran fielmente su grandeza. Se las conoce como figuras de vestir o vestideras. Están compuestas por un armazón con manos, cabeza y pies de madera, sobre el que el sastre de la Corte reproducía los gustos y tendencias del rococó siglo XVIII al hilo de nobles telas y adornos. En 2001 se le suman diversas tallas elaboradas por los prestigiosos talleres de La Scarabatola, junto con arquitecturas de los no menos renombrados Capuano, ambos asentados en Nápoles. En aras de reflejar el espíritu de típico belén napolitano, se monta en desarrollo vertical a base de gradas que otorgan al conjunto su clásica sensación de abigarramiento. El Misterio es el corazón del montaje y atesoras las mejores piezas, que se hacen notar por la palidez de sus rostros y sus áureas vestiduras. Como curiosidad, las figuras se perciben de diferentes tamaños en función de la perspectiva y el lugar que ocupan en la composición.
Otros belenes de lustre
Por si fuera poco, el palacio Real se reserva este año otra sorpresa: un belén napolitano del siglo XVIII procedente de la Fundación Bartolomé March de Palma de Mallorca y cuyas más de 600 figuras ricamente elaboradas, pintadas y vestidas, tomarán el Salón de Columnas. Se tiene por el más importante nacimiento de este estilo que existe en nuestro país. Es fruto del tesón del bibliófilo, coleccionista de arte y mecenas mallorquín, que consiguió reunir más de dos mil piezas del siglo XVIII y cuya temática alcanza todas escenas y personajes más tradicionales.
De indudable valor histórico y artístico es también el belén de la iglesia de San Antón. Obra del siglo XVIII, algunas de sus piezas llevan la imprenta del murciano Francisco Salzillo. Una hornacina de seguridad protege el también dieciochesco y napolitano nacimiento de la iglesia de San Andrés Apóstol. Otro belén de lustre es el que podrá contemplarse en la iglesia de los Cruzados de la Fe. Formado por tallas policromadas de los siglos XVIII y XIX, ostenta la Medalla de Oro Internacional.
Tampoco hay que perderse el Misterio barroco de la iglesia de San Ginés, montado por Cayetano Ramírez y Bernardo Toribio a base de figuras vestideras, ni el celebrado Misterio y Cabalgata de Reyes del convento Corpus Christi de las monjas Jerónimas. Se trata de figuras barrocas quiteñas y de su puesta en escena se encarga Antonio José Martínez. Y en la iglesia de Medinaceli, un misterio barroco con figuras de vestir a tamaño natural se mide con un nacimiento popular.
Museos e instituciones
Cuatro museos se suman al despliegue de belenes que amenizarán las Navidades madrileñas. El Museo de Historia, antiguo Museo Municipal, acogerá tras su soberbia fachada barroca un hermoso belén napolitano. Forma parte de sus fondos desde 2004 y encarna la escuela barroca naturalista de la segunda mitad del siglo XVIII en todo su esplendor. En el Museo de la Ciudad se organiza una vez más una interesante exposición de belenes procedentes de la región de Murcia, que de tanta tradición goza dentro y fuera de nuestras fronteras. Aunque puede visitarse en cualquier época, la ocasión la pintan calva para conocer el belén napolitano del siglo XVIII. Es estrella indiscutible de la notable colección de nacimientos que guarda el Museo Nacional de Artes Decorativas. La oferta museística suma y sigue con el belén tradicional que se monta en el Museo de los Orígenes, antes Museo de San Isidro. El monumental nacimiento del hospital de San Rafael acapara la atención de no pocos madrileños en aras de las artísticas figuras y el esmerado montaje que llevan a cabo los Hermanos de San Juan de Dios. En el distrito de Arganzuela, la Sala de Exposiciones La Lonja del Centro Cultural de la Casa del Reloj, también nos agasajará con un bello belén napolitano.
< Anterior