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Contingencias

La salida de UK tendrá gran valor simbólico y geopolítico, casi de desamor

Los problemas exoómicos del Brexit están aún por ver ABC
Manuel Ángel Martín

Manuel Ángel Martín

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La utilización del término «contingencia» nos puede llevar por vericuetos lógicos que conducen a entretenidos razonamientos sobre lo necesario y lo posible: todo lo que es posible es contingente aunque lo necesario también es posible pero no contingente. Queda dicho. Más sencillo, nuestros diccionarios reservan el término para designar a un conjunto de hombres o mercancías y, más cerca de la lógica, a cualquier cosa que pueda suceder o no, o sea como el Brexit y sus consecuencias. De ello da testimonio que la mayoría de documentos al respecto para describir y advertir del impacto del divorcio europeo llevan la etiqueta de «medidas de contingencia», ya sean de las instituciones europeas, de nuestro Gobierno y Administración centrales y, recientemente de la Junta de Andalucía con su «Programa Andaluz de medidas de preparación y contingencia ante la retirada del Reino Unido de la UE». Desde incluso antes de que el 29 de marzo de 2017 el Reino Unido notificara su propósito de invocar el artículo 50 del Tratado y de abandonar la Unión Europea, una pléyade de presuntos expertos hemos venido analizando los efectos de tal decisión en base a un conjunto de elementales razonamientos de sentido común y de unos datos hipotéticos cuando no inexistentes. Como bien ha confesado nuestra ministra de Economía en estos momentos en que aún no se conoce si va a ser un Brexit con acuerdo o por las bravas. Meritorios han sido en mi opinión los informes y análisis de las administraciones implicadas (incluido el plan Yellowhammer de la «parte» británica), de consultores cualificados y de otras instancias de poder empeñadas en tener algún protagonismo en este proceso, pero dudo mucho de que modifiquen las realidades económicas «naturales». Ciudadanos, empresas y Estados están interesados, son «stakeholders». Los primeros como administrados para saber a qué atenerse. Las empresas porque requieren información fidedigna y pocas trabas para hacer algo que está en su propia naturaleza: adaptarse. Los estados porque son los principales sujetos políticos y jurídicos, los «abajofirmantes». Con todo, la salida de UK tendrá gran valor simbólico y geopolítico, casi de desamor.

Para no ser menos, la Junta propone nada menos que 112 medidas «de contingencia» (sic) entre ellas la reforma de quirófanos en el hospital de Algeciras, la explotación de un «nuevo filón laboral» (sic) con la creación de una ruta cicloturística, o la atracción de británicos con un llamado Andalucía Family Day. Así muchas y de relleno. Cosas que, si son buenas, habría que hacer en cualquier caso. O haber hecho ya. Pero poco que ver con el Brexit, salvo la oportunidad política, que no escapará a la confrontación interna. Dejémonos de dramas contingentes y terrores conjeturados. El Reino Unido será un «país tercero», situación pretérita que muchos hemos vivido y sobrevivido. Y les garantizo que todo era peor cuando el «país tercero» era España. Hace nada.

@eneltejado

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