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EL RECUADRO

Un día que es una mañana

En el Corpus, cuando acaba la procesión parece que se ha terminado el gozo del día

Antonio Burgos

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El viejo refrán de «tres jueves hay en el año que relucen más que el sol» tiene un versión sevillana que nadie ha escrito, ni mucho menos rimado como en un antiguo romance. Podría decir, más o menos: «Dos madrugones tiene Sevilla y una Madrugada ... en que la ciudad termina encontrándose siempre con su mismidad, vistiéndose de su identidad inalterable, orgullosa de ser lo que es y de mostrarse tal como es». Hoy es uno de esos madrugones, al que llamamos «la mañana del Corpus». El otro madrugón es otra mañana: «la mañana de la Virgen». Que no hay que aclarar que es la Patrona, la Reina de los Reyes, la del baldaquino de la Capilla Real: «Per Me Reges Regnant». Estos son los dos madrugones. Y la Madrugada no necesita más aclaración que el ruán, el esparto, los pitos del Silencio, las mariquillas, los armaos, el terciopelo verde, la Capitana marinera cruzando el puente, el crujido de la Cruz del Calvario, la alegría canela y clavo de una cruz al hombro con todo el arte romaní.

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