TAL VEZ FELICES
Farina y el urinario de Duchamp
Quedan más las anécdotas que las obras
Las canciones actuales van con firma: «¡La Rosalía!», grita la catalana en mitad de 'Con Altura'. «Aitana War», «Aquí J Balvin», «Maluma baby»…, cantan, como si el sonido no fuera lo suficientemente reconocible. En el flamenco han sido los palmeros los que tradicionalmente han anunciado ... la figura que estaba al frente en forma de jaleo: «¡Vamos allá, Mairena!», por ejemplo. Y en ese espacio de todo se ha escuchado. Desde aquel «Viva Manuel Vallejo y yo» de un joven Pepe Aznalcóllar hasta el «¡Guapo!» de Pollito de California a Camarón o la sinceridad del Bo al proclamar la gracia de su tierra: «¡Viva Jerez que es una mina… de paraos!».
Quien cruzó los umbrales en eso de dejar su firma en una grabación fue Rafael Farina. El salmantino utilizó su propia música como un canal de comunicación comercial. Lo hizo en el título 'Un fandango informativo', una pieza de poco más de un minuto de duración con la trató de orientar a sus seguidores en las tiendas: «Yo le traigo a la afición/un fandango informativo/quien quiera comprar mi voz/ahora se venden mis discos/con la marca Discophone». Era un tiempo sin redes ni filtros. Con comedia a los ojos de hoy y un Farina con el eco rizado cantando con el mismo dramatismo que en cualquier otro fandango que pasen por taquilla, por favor, sin confundirse de sello: a partir de ahora Discophone, Discophone.
Desde que el cómico Berto Romero lo recordó en un programa de radio, el 'Fandango informativo' ha incrementado sus reproducciones en plataformas digitales, ya sin la utilidad con la que lo ideó su autor, que por cierto es el compositor Julián Bazán; efectivamente, habrá alguien cobrando hoy de esta vieja ocurrencia. El pasado 2 de julio se celebró con sigilo el centenario del nacimiento de Farina. A veces quedan más las anécdotas que las obras, como ven. Duchamp, a quien André Breton calificó como «el hombre más inteligente del siglo», es recordado por un urinario y Sabrina por una teta. Si tienen la idea de trascender ya saben: dense un tartazo en la cabeza antes de hacer grandes cosas. Y si ya las hicieron, eviten el tartazo, que queda.
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