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Volver

No deje para enero lo que pueda hacer en septiembre

Luis Ybarra

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Volver, como el nombre de Malena, evoca a tango argentino. Y a fuerza de partir, como canta Calamaro, la mente comprende lo que es volver y volver. El año nuevo no empieza en enero, sino en septiembre, porque es el curso anual lo que marca ... el tiempo más auténtico, no los doce meses que heredamos de los romanos. Las promesas de enero son ficticias. Descamposadas. Las de septiembre, con ese acento porteño de carácter persuasivo que hemos anunciado, vienen en el momento preciso: cambios en la rutina, dietas, gimnasios, bolsillos a ser posibles más cerraditos, actividades extraescolares, matrículas, libros y alguna que otra ocurrencia postvacacional. Comprar un pez, por ejemplo. O reordenar la biblioteca por colores. No deje para enero lo que pueda hacer en septiembre, porque fuera de estas semanas iniciales habrá pocos hábitos que combatir.

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