puntadas sin hilo
El Mossad ya no es lo que era
Exigirle moralidad a Sánchez es como exigirle beticismo a Pepe Castro, un supuesto empíricamente imposible
TENÍA al Mossad por la más eficaz sistema de inteligencia del mundo. Quizás un tanto mitificado por Eric Frattini y todas esas novelas de espionaje en las que los agentes judíos —Gabriel Allon, el personaje de Daniel Silva— son siempre tipos resabiados y contundentes. Uno ... imagina al Mossad al tanto de todo, logrando imposible tras imposible gracias a sus adelantos tecnológicos y una audacia solo al alcance de culturas forjadas en la supervivencia. La leyenda del Mossad se me ha venido abajo sin embargo esta semana, con el comunicado en el que el Gobierno israelí mostraba su decepción por el apoyo de ministros españoles a Hamás y calificaba de «inmoral» al Ejecutivo de Pedro Sánchez. Dicho de otra forma, Israel acaba de descubrir que los gobernantes españoles pastelean con terroristas y son deshonestos. Acabáramos. ¿Pero dónde diablos han estado mirando los agentes del Mossad en España en los últimos años, Dios mío de mi vida?
Como parece que los espías israelíes no han tenido a su Gobierno al tanto de la actualidad nacional con la debida diligencia, desde esta humilde esquina de papel me atrevo a informar a las autoridades de aquel país de que exigirle moralidad a Pedro Sánchez es como exigirle beticismo a Pepe Castro, un supuesto empíricamente imposible. No se puede esperar dignidad de un político que aparece sonriendo junto a los responsables de la muerte de una docena de compañeros de su propio partido para negociar un acuerdo de investidura. No mientras los inductores de los tiros en la nuca incumplan el requisito mínimo de mostrar arrepentimiento por su apuesta por las pistolas y pedir perdón a los familiares. A partir de ahí, la normalización de los herederos de ETA dependerá del estómago de cada uno, pero reintegrarles en la política de igual a igual sin que renieguen de su pasado filoterrorista es una indecencia en España, en Israel o en la Conchinchina.
Como el Mossad no se entera, los israelíes deben saber que si Hamás tuviera un brazo político en España, Sánchez les preguntaría por el precio de su apoyo. Pero si, por el contrario, hubiera un partido sionista, también se sentaría a negociar con ellos. Es la ventaja de la amoralidad y del marxismo grouchista; si no le gusta mis principios no se preocupe, tengo otros. Si algo define a nuestro presidente es la ductulidad, la capacidad para adaptarse a diferentes situaciones. Hoy pongo una bandera de España de dimensiones colosales como telón en un mitin y mañana alcanzo acuerdos con quienes quieren destruir el país. Por eso no tiene mucho sentido que los israelíes hayan pedido a Sánchez una rectificación. Vale poco la palabra de quien tiene en su armario la kipá judía justo al lado de la kufiya palestina.
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