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TRIBUNA ABIERTA

El magnolio de Cernuda

La más alta expresión mítica del mundo vegetal cernudiano la reservaría el poeta para un magnolio que sobresalía de las tapias de una casa ante la que pasaba camino de sus quehaceres diarios

Rogelio Reyes

Luis Cernuda sintió desde niño una creciente fascinación por el mundo vegetal. Le atraían las plantas del patio de su casa natal, los renuevos verdinegros de las hojas que surgían de pronto como un prodigio ante sus asombrados ojos, el milagro de la germinación brotando ... misteriosamente de la tierra después de plantar aquel tallo cortado por sus manos… Era Albanio viviendo en el paraíso de la infancia antes de que la conciencia del tiempo acabase con su inconsciente eternidad gozosamente vivida : «Le gustaba al niño ir siguiendo paciente, día tras día, el brotar oscuro de las plantas y de sus flores. La aparición de una hoja plegada aún y apenas visible su verde traslúcido junto al tallo donde ayer no estaba, le llenaba de asombro, y con ojos atentos, durante largo rato, quería sorprender su movimiento, su crecimiento invisible, tal otros quieren sorprender, en su vuelo, cómo mueve las alas el pájaro».

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