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EL RECUADRO

Adiós a otra calentería

Sólo nos va a quedar, resistiendo junto a la muralla, el puesto de calentitos Alfonso en la Macarena

Antonio Burgos

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ENTRE planos quizá falsos de expansión futura de la ciudad y de barrios enteros que quieren construir, promesas de nuevas líneas de Metro (que yo creo que se harán «al ya te veré») y disputas vanas entre túneles y puentes para que al final no ... haya ni túneles ni puentes, la crónica de Sevilla, de lo que entendíamos hasta ahora por Sevilla, es un largo adiós. Una triste canción de despedida de una época, unas formas de vida, unas costumbres, unos ritos, un modelo de ciudad. Hoy me toca hacer el gorigori de otra calentería. Popularísima: la de La Alfalfa, en el callejón que va camino de la calle Pérez Galdós. Los que acudían allí cada mañana por su papelón de rueda o de papa se han encontrado con un letrero tristoncete y sentimental, que pone: «Gracias a todas las personas que han pasado por nuestro establecimiento en La Alfalfa durante más de 80 años y nos habéis hecho sentir parte de esta ciudad a la que tanto queremos. Una vez terminada la jornada del domingo 20 febrero de este 2022 nos tenemos que marchar a nuestro pesar. Eso sí, aunque lejos de aquí, seguiremos haciendo nuestros «calentitos» en Callejón del Pandero, 3 (Gelves).» (Gelves está muy bien para que le nazcan a Sevilla mitos del toreo pero no para que resurjan calenterías que se lleva el tiempo, como en la resaca de una bajamar que está acabando con tantas cosas).

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