Suscríbete a
ABC Premium

Caña

Si las promesas electorales están para no cumplirlas, según el cínico aserto de Tierno Galván, los programas electorales están para no leerlos. La mayoría de la gente vota por simpatía, por ideología, por capricho, por sentimiento y hasta, en ocasiones, por resentimiento. Los sociólogos suelen hablar de un importante «voto biográfico», determinado por razones de pertenencia grupal impermeables a los avatares de la política: que ganen los míos. Esos son votos seguros, cuyo único riesgo consiste en que se desmovilicen por falta de atractivo, tal como le ha pasado a la izquierda desde el final del felipismo, primero con la corrupción y después con la descomposición del PSOE.

Existe, sin embargo, una minoría que sí decide en función de las propuestas que los partidos sacan al mercado en las elecciones. No se trata tanto de ciudadanos que leen los programas, casi siempre infumables y salpicados de tópicos -del tipo ambiguo de «implementar medidas» o «poner en marcha planes»-, como de personas que reciben con agrado determinados puntos clave de la oferta electoral. Este grupo suele ser el factor que determina el resultado final, el que vuelca la balanza y el que constituye el verdadero objeto de la disputa. Pero las campañas se diseñan con el doble objetivo de conquistar el favor de los indecisos y, al mismo tiempo, de retener y movilizar a los convencidos. A los primeros se les capta con promesas creíbles, y a los segundos, con argumentos retóricos. O sea, dando caña.

En algunos sectores del PP ha empezado a cundir la idea de que falta caña en la estrategia que han preparado Mariano Rajoy y Gabriel Elorriaga. Que el perfil bajo del candidato puede acabar resultando demasiado bajo para entusiasmar a algunos votantes necesitados de cierta combatividad dialéctica para movilizarse. La campaña popular se basa en el crédito de los ocho años de gobierno, la demostrada solvencia del aspirante y un paquete de medidas destinadas a profundizar en la línea de trabajo que ha llevado al país a una indiscutible prosperidad económica y social. Con eso debería alcanzar para una mayoría sólida, pero en este país también es necesario galvanizar a ciertos electores a base de confrontarse con el adversario. De repartir estopa, de hacerle frente. De darle caña.

Los socialistas, huérfanos de medidas que oponer en el terreno práctico a un Gobierno que ha hecho bien las cosas, han optado por el camino contrario a través de una campaña esencialmente política e ideológica. El PSOE critica el talante y las ideas del aznarismo, y propone un debate genérico de confrontación para sacar de sus casas a la izquierda desilusionada que le retiró su apoyo y le empujó a la debâcle hace cuatro años. Caña por un tubo, sin hacerle ascos a lo que hasta ahora constituía un tabú electoral, como era la mención explícita del contrincante. Ya están sonando en la radio spots de Zapatero que empiezan con la voz de Rajoy, y en Cataluña el PSC ha planteado abiertamente en su slogan central -del que, por cierto, ha desaparecido la palabra «España» que sí figura en el resto del Estado- la idea de echar entre todos al PP del poder. Una estrategia arriesgada que acusa la conciencia del que se sabe en desventaja.

Rajoy no parece dispuesto a cambiar, entre otras cosas porque sabe que lo peor que puede hacer es desempeñar un papel en el que no cree. De modo que el peso de la retórica de combate ha caído en Rato, Arenas y otros pretorianos del candidato, además de en el propio Aznar, cómodo en su piel de implacable destroyer. A ellos les corresponde erosionar al PSOE, desacreditar a Zapatero, entrar en el toma y daca y, en suma, ofrecer a su parroquia habitual ese plus de agresividad que requiere la política como espectáculo de masas. El perfil bajo está muy bien, aunque a veces hace falta ponerle unas cuantas aristas. A la gente hay que convencerla con serenidad, pero conviene no matarla de aburrimiento.

icamacho@abc.es

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación