Tribuna Abierta
Sin noticias del cambio
El Gobierno del cambio está siendo el Gobierno de la continuidad y la decepción en lo que a política educativa se refiere
TRAS recibir la confianza del electorado, el Gobierno del cambio comprendió pronto que no podía defraudar las expectativas de su electorado. La ampliación de la libertad de elección de los padres había sido la columna vertebral de su programa educativo. Había que acabar con la ... dicotomía entre lo público y lo privado, lo único relevante era potenciar la calidad, procediera de donde procediera. Con ese norte como único referente y con el diálogo como bandera, las relaciones entre la administración educativa y los colegios concertados se hicieron fluidas y fructíferas.
El cambio de actitud se hizo palpable desde el primer momento. En sus conversaciones con los representantes del sector, la infrafinanciación de los colegios públicos fue reconocida sin titubeos, y admitida como un obstáculo para favorecer la calidad de la enseñanza. Por primera vez tras décadas de una actitud hostil contra su actividad, los centros de titularidad privada tuvieron la sensación de que el Ejecutivo andaluz se preocupaba por el servicio público de la educación y no solo por la educación de titularidad pública.
Una hoja de ruta para avanzar en la igualdad y calidad educativa fue puesta sobre la mesa. La dotación de los equipos directivos, la concertación de unidades de bachillerato, los recursos para actividades y servicios complementarios y la estabilidad de los centros con líneas quebradas eran asuntos fundamentales en ella. Hasta la llegada del nuevo Gobierno, la caída de la natalidad era repercutida fundamentalmente sobre los centros concertados, a los que se les cerraban líneas de infantil sin consideración alguna por la demanda de los padres. Si había un ejemplo de discriminación, desprecio por el deseo de las familias e indiferencia con la calidad y los resultados académicos, era el de las líneas quebradas de los centros concertados, que representaban una amenaza sustancial sobre su viabilidad laboral y económica futura.
El avance en las conversaciones era ágil y constante, pero en estas se cruzó el Covid-19. Desde el primer momento, centros públicos y privados concertados fueron objeto de la misma preocupación por parte de la administración andaluza, que sentó a todos los actores en una sola mesa de negociación, contemplando idénticos recursos económicos y ayudas para unos y otros.
Con la situación del Covid-19 bajo control en colegios e institutos, llegó el momento de retomar la agenda para cumplir con el programa educativo trazado, o al menos con sus líneas fundamentales. La situación era compleja, todos eran conscientes de ello, también los centros concertados por supuesto. Sin embargo, y a pesar del contexto económico adverso, el Gobierno no estaba dispuesto a renunciar a los pilares esenciales de su propuesta educativa y en particular al objetivo esencial de avanzar en igualdad y libertad de elección. Igualdad, igualdad, igualdad, familias, familias, familias, se escuchaba en los pasillos de la Consejería de Educación.
La instrucción desde la Consejería a las delegaciones provinciales fue clara: había que escuchar y estudiar atentamente todas las peticiones de concertación de nuevas líneas de bachillerato y las de infantil en colegios con líneas quebradas. Se trataba, en cualquier caso, de un asunto lo suficientemente complejo como para abordarlo en diálogo continuo con el sector y no de forma unilateral. Las reuniones telemáticas y el intercambio de documentación fueron continuos durante esos días y aunque las propuestas de la administración no colmaban todas las expectativas de los centros concertados, no había duda alguna de la intención y del firme compromiso de avanzar hacia la igualdad y la libertad de elección de los padres.
Una verdadera lástima que la acción de Gobierno haya convertido hasta la última línea de lo aquí escrito en una pura utopía. Las noticias que vienen publicando los medios sobre el rechazo de todas y cada una de las propuestas de concertación de bachillerato son quizás el ejemplo más elocuente de ello. La legislatura va camino de ser completamente en vano y su balance hasta el momento puede cifrarse de la siguiente manera: avance en concertación de bachillerato, cero; avance en líneas quebradas, cero; avance en dotación de equipos directivos y recursos para actividades complementarias, cero; avance en igualdad de familias de centros públicos y concertados, cero; avance en libertad de elección, cero.
Nos gustaría poder contar lo contrario, pero el Gobierno del cambio está siendo el Gobierno de la continuidad y la decepción en lo que a política educativa se refiere. A estas alturas, ni siquiera el diálogo es más fluido que en la etapa anterior. Que tome nota quien corresponda, porque solo hemos sentido su apoyo a propósito de la Lomloe, o sea, cuando le ha interesado por razones de propaganda política. Pero hacer política de verdad es otra cosa: es desarrollar un programa y ser capaz de romper con la herencia recibida. Lo que hemos visto hasta ahora es un Ejecutivo muy cómodo con el legado de la actual oposición y cuyos pasos van más en la dirección de perpetuarlo que de corregirlo.
Carlos Ruiz
es secretario general de Escuelas Católicas de Andalucía (ECA)
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