La casa de Velázquez
Soy absoluto partidario de que la iniciativa privada desembarque en el culto al patrimonio
En la historia universal de la depredación tiene un lugar de honor un general romano, de época republicana, al que le cupo la tarea de arrasar con ira y fuego la espléndida ciudad griega de Corintio. Este general no fue otro que Lucio Mumio, una ... máquina de triturar adversarios, tanto de carne y hueso como de mármol, piedra, madera o bronce. A decir de algunos historiadores de la época, por las calles de Corintio, corrían torrenteras de plata, oro y bronce fundidos que, posteriormente, le darían un sello internacional y de prestigio al conocido como bronce corintio. El caso es que el tipo, no más sensible que un gorila en celo, acabó con gran parte del patrimonio de la ciudad, depredándolo y distribuyéndolo después por otras ciudades griegas e italianas. Cuentan que uno de los historiadores que vio la devastación se encontró con soldados de las legiones de Mumio jugando a las tabas sobre el reverso de valiosas pinturas de la época. Más de dos mil años después, aquí, en Sevilla, los gabachos de la soldadesca de Pepe Botella, alimentaban el fuego de sus candelas cuarteleras con retablos e imágenes de los conventos sevillanos. La guerra, como decía la monja del chiste, siempre es la guerra.
En nuestra ciudad parece que estamos en un permanente estado bélico con el patrimonio y que, al frente de las diferentes ventanillas del ramo, se sientan las distintas reencarnaciones espirituales del general Lucio Mumio. Cuando no son los de fuera los que vienen a cargárselo, nos ocupamos con muchísimo cuidado de hacerlo los de dentro, con tal tino y precisión que causa admiración y asombro. Ayer el aspirante a la alcaldía por Ciudadanos, Álvaro Pimentel Siles, se dio un garbeo electoral por el centro de Sevilla, para acercarse a la realidad de su patrimonio. Tomaría sus notas y escucharía las graves opiniones de los doctos en la materia, tan sobrados de razón en tantos aspectos. En realidad, políticos y ciudadanos, nos declaramos siempre defensores irreductibles del patrimonio pero, luego, hacemos poco por pasar a la acción y demostrar nuestra militancia activa. Saquemos de ese saco a la gente de Adepa y a algunas otras asociaciones patrimoniales más. Pero es tan grande y abundante el tesoro patrimonial de esta Sevilla que emula a la vieja Corintio que los olvidos le ganan a la memoria y el derrumbe le puede a la restauración. Quizás porque el dinero público no puede llegar a todos los frentes y hace falta que la sociedad civil se moje.
Partidario absoluto del desembarco de la iniciativa privada en la gestión patrimonial, tenemos en esta ciudad un ejemplo reciente de lo que podemos hacer para evitar parecidos razonables con Lucio Mumio. La Casa de Velázquez, un notable ejemplo de arquitectura popular del XVI, ha sido adquirida por un grupo local que, de momento, la ha salvado de convertirse en otra cosa. Quizás en una casa para turistas o en un complejo de apartamentos de renta alta. Este grupo local ha apostado por darle a uno de los pintores más universales un lugar para su culto, admiración y difusión, eligiendo y salvando su casa natal para cumplir sus objetivos. Hoy vienen desde Madrid la gente de Hispania Nostra para respaldar la iniciativa. Cosa de la que nos alegramos tanto como del hecho de ver que, al igual que Joaquín Moeckel hizo dos décadas atrás para restaurar el Salvador, le brindan a los sevillanos la posibilidad de colaborar con microayudas a la puesta a punto de la que hasta hace poco tiempo fue residencia de los Victorio y Lucchino. No son muchas las iniciativas privadas en materia patrimonial que se registran en esta ciudad. Quizás la más notable sea la del duque de Segorbe y su exquisito gusto rescatando caserío popular en la vieja judería para usos hosteleros. En este caso estamos hablando de salvar la casa natal de Velázquez, en una ciudad que ha convertido el turismo en su mayor inspiración, para no ser menos que Valencia, por ejemplo, donde Sorolla conserva su casa natal y han bautizado con su nombre la nueva estación del AVE.
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