Esencia
Una treintena de artistas y un solo trazo para retratarlos perfectamente, el de Efi Cubero
Cuando la luz del mediodía de agosto parece que ensayara un suicidio a lo bonzo en la intemperie, hay brisas que llegan, te acarician y, como el mejor bálsamo, te curan las invisibles heridas del verano que escapó de la fragua de Vulcano. Hay brisas ... que suenan, y son música; hay brisas que saben, y son alimentos frescos que nos dan la vida, una cerveza helada, un buen gazpacho bien frío, unos tomates aliñados. Hay brisas que traen las palabras que suenan en el amigo, y tienen el cálido frescor de la amistad, la memoria, el tiempo, el cariño. Y hay más brisas.Llegó hace ya varias semanas y lo dejé aquí, a mi lado, donde tengo las cosas más necesarias, donde con sólo alargar el brazo tomo un bolígrafo, un folio, un disco, cualquier útil de mesa, un libro… Un libro, sí. La brisa que digo hoy me la trae un libro, «Esencia». Ediciones La Isla de Siltolá. El libro es una brisa amiga. Si lo tomo entre las manos y con el pulgar voy haciendo que pasen rápido las páginas, me abanica, y ese aire me llega al alma. Aire fresco, sí, y cálido. Aire amigo. Y aire poético. Nos conocimos hace cuasi un cuarto de siglo en Barcelona, ¿en el Palacio Macaya?, donde nos unió un pañuelo y unas palabras en él escritas, y nos reencontramos en las palabras de algún lejano blog. La poesía se las avía para encontrarse con los suyos, y ella, gran poeta, cultísima ensayista, persona sencilla como cualquier florecilla silvestre, buena, generosa y disciplinada, hizo que las palabras se reconocieran y fuésemos amigos. Sabe mucho de Arte. Es velazqueña, sé que Velázquez la tiene enamorada, pero no es el único. Hoy, leyendo su libro «Esencia», cuando agosto no sabe dónde meterse, huyendo de su propio incendio, encuentro una debilidad mía, Carmen Laffón. Ella, la autora, mi querida amiga Efi Cubero, extremeña de Granja de Torrehermosa, suelta esta brisa de palabras: «Mirado desde tierras sanluqueñas, el lubricán, la luz crepuscular que ilumina Doñana, lleva como un destello de cualquier obra de Carmen Laffón. Uno de sus cuadros se ha desplegado frente a nosotros y nos invita a entrar en dos espacios: el emocional alumbramiento del paisaje real, y el del pintado. Desde La Jara, la mirada se extiende desde la ribera de la Cartuja, por los márgenes vivos del río de sus vivencias, hasta el mar de Sanlúcar de Barrameda…» Una treintena de artistas y un solo trazo para retratarlos perfectamente, el de Efi Cubero. Pero me quedo con Laffón y con Velázquez, «la belleza, el misterio, el temblor de la Luz… La transparencia.» La poeta, esta vez, ha escrito para decir de los versos del pincel. Y no ha podido evitar que le salga poesía. antoniogbarbeito@gmail.com
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