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Estadios y museos

El fútbol es el sucedáneo del circo, pero nada ha reemplazado al pan que servía para aplacar a la plebe

Fernando Iwasaki

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La destrucción del Museo Nacional de Brasil no ha sido consecuencia de una guerra como en los casos de la Biblioteca de Bagdad o la Biblioteca de Sarajevo , sino de la indiferencia política hacia la cultura y la gestión del patrimonio. Cada día aparecen nuevas cifras que me escandalizan a la distancia, pues el gobierno brasileño destinaba más presupuesto al lavado de sus coches oficiales que al mantenimiento del Museo Nacional , instalado en un noble pero decrépito edificio cuyas instalaciones eléctricas funcionaban de milagro. Y todo ello ocurría en un país como Brasil, donde hasta dos ex-presidentes son sospechosos de corrupción, donde su principal multinacional (Odebrecht) ha sobornado a toda la dirigencia política latinoamericana y donde hace no muchos años se celebró un Mundial de Fútbol que sembró el país de estadios de última generación.

En 1943 la Biblioteca Nacional del Perú ardió por razones semejantes al Museo Nacional de Brasil . Es decir, por culpa de la desidia, la incompetencia y los escasos presupuestos. Yo nací en 1961 e ingresé a la universidad en 1978, pero todavía se seguía hablando del incendio en mi antigua facultad de historia, porque el inventario de la destrucción ardía y arde aún en nuestra conciencia. Por eso me puedo imaginar la honda desolación de los académicos e investigadores brasileños.

Diez de los doce estadios construidos para el Mundial de 2014 fueron monumentos a la corrupción, pues costaron más de dos y tres veces lo presupuestado. Sólo el estadio de Brasilia costó 600 millones de euros y los estadios de Manaos y Cuiabá no han vuelto a abrirse al público porque dichas ciudades carecen de equipos en las ligas de primera y segunda división brasileñas. ¿Cuál era el presupuesto anual del Museo Nacional de Brasil? Antes del incendio recortaron los 514 mil reales (106 mil euros) destinados a su funcionamiento y ahora su reconstrucción se estima en 3 millones de euros. ¿No es obsceno invertir 600 millones de euros en un estadio y negarle 100 mil euros anuales al primer museo del país? Estas cifras dan una idea del lugar que ocupaba el Museo Nacional de Brasil con respecto al fútbol.

Me considero aficionado al fútbol, pero creo que ningún deporte debería sorber las mientes de un país hasta sumirlo en la idiocia colectiva como suele ocurrir con el fútbol en varios países. El fútbol se ha convertido en el sucedáneo del circo romano, pero nada ha reemplazado al pan que los emperadores repartían para aplacar a la plebe. Así, en Brasil el fútbol es puro circo sin pan.

Lo perdido en el incendio del Museo Nacional de Brasil no se va a recuperar jamás. Tesoros naturales, geológicos, históricos, bibliográficos, etc. Sin embargo, millones de brasileños siguen pensando que su mayor tragedia nacional sigue siendo el «Maracanazo» de 1950.

www.fernandoiwasaki.com

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