«Light-cismo»
TENGO publicado en más de un artículo, que en España hay pocos ateos y agnósticos, porque aquí lo que abundan son los enemigos de la Iglesia, quienes se comportan como vulgares herejes y blasfemos. Por supuesto que también existen ultramontanos y fundamentalistas religiosos, pero su influencia ya no es la de hace unas décadas. Es más, hoy quienes son denostados, perseguidos y ridiculizados son las personas que no ocultan su fe católica, pues corren tiempos de «light-cismo».
No me extraña que el gobierno socialista vaya a cambiar la Ley de Libertad Religiosa para «equiparar» la fe católica con otros cultos minoritarios, pues en materia electoral también se ha equiparado a la mayoría de españoles constitucionalistas con la minoría de españoles nacionalistas e independentistas. Qué pena que en educación hayan procedido al revés, obligando a una excelente minoría a equipararse con la mayoritaria mediocridad. En cualquier caso, el resentimiento es el común denominador.
Por eso en España resulta imposible promover una cultura laica o una pedagogía del estado laico, sin ser considerado un presunto «enemigo» de la fe católica o un supuesto «aliado» contra el fundamentalismo católico. Lamento decepcionar a los partidarios del maniqueísmo, pero no soy ni lo uno ni lo otro. Y así como tengo clarísimo que dentro de un siglo Europa occidental será otro continente islámico y que sólo un marco institucional laico garantizará las libertades individuales, también estoy convencido de que acosando y maltratando a los católicos tampoco se protegen esas mismas libertades.
¿Por qué quienes proponen que los católicos sean quienes financien a la Iglesia no proponen de paso, que los sindicatos se financien con las cuotas de sus propios afiliados? ¿Por qué la mayoría de católicos españoles no es equiparable a la mayoría de trabajadores españoles que no está sindicalizada? En cambio, para mí, ni los partidos políticos, ni las confesiones religiosas, ni los sindicatos, ni las confederaciones empresariales, deberían ser financiados con fondos públicos.
Los políticos «light-cos» no quieren ser el niño en el bautizo, la novia en la boda o el muerto en el entierro, sino el cura en cada uno de esos actos. Ojo al manojo.
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