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PUNTADAS SIN HILO

La madre de Fabián

En lugar de darle una patada al cubo de la fregona la misma mañana en que su hijo renovó allí siguió, baldeando suelos

Manuel Contreras

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Para promocionar la próxima temporada, el Betis ha difundido un vídeo en el que aparece el futbolista Fabián, la nueva estrella verdiblanca por la que suspira media Europa, y su madre, limpiadora del club. Se trata de un spot emotivo que alude al beticismo como un elemento nuclear en muchas familias sevillanas. La verdadera historia de Fabián y su madre presenta, sin embargo, un episodio reciente que el Betis ha omitido y que supone una lección ante la que no queda otra alternativa que quitarse el sombrero y hacer una reverencia ante Chari Peña, que así se llama esta madre coraje.

El origen de la familia de Fabián es muy humilde. Tan humilde que el Betis contrató a Chari como limpiadora para ayudarles a subsistir y que su hijo pudiera seguir entrenando. La historia es conocida: todos los días Fabián y su madre cogían el autobús para ir al campo del Betis, donde cada uno tiraba para lo suyo, el niño al campo de juego y su madre a los quehaceres de limpieza. Pasaron los años y Fabián fue creciendo futbolísticamente hasta que esta temporada explosionó. Renovación, sueldazo, claúsula de treinta millones y ofertas mareantes de los grandes. Había entrado en la rueda del éxito. Y Fabián le dijo a su madre lo que cualquier bienacido hubiera dicho a la suya: «Mamá, yo no quiero que trabajes más. Ya no te hace falta». Fabián quería quitar a su madre de fregar los vestuarios que usaba él y sus compañeros. La respuesta de su madre revela la altura de la señora: le contestó que tenía un compromiso con el club que no podía romper después de todo lo que el Betis había hecho por ella. En lugar de pegarle una patada al cubo de la fregona la misma mañana de enero en que su hijo firmó la millonaria renovación allí siguió, baldeando suelos hasta ahora que acaba de vencer su contrato. No tenía necesidad económica de trabajar y sabía que para el Betis no supondría ningún problema sustituirla por otra persona, pero a Chari le obligaba el compromiso moral por el que se rigen las personas íntegras.

Si la política estuviese regida por personas como la madre de Fabián, la última semana hubiera sido diferente. Pedro Sánchez habría desechado llegar al Gobierno con el apoyo de independentistas porque es una traición a los españoles. El PNV no habría apoyado la moción de censura para no romper el compromiso suscrito con Rajoy tras firmar un acuerdo presupuestario. Y quizás hasta el propio presidente hubiera presentado su dimisión para evitar la inestabilidad a la que parece abocada el país. Pero la política no se rige por los códigos honorables que regulan la humildad. La política, al menos en este país, es un baile de deslealtades sin más orden que el beneficio propio. Una ceremonia de la confusión sin espacio para la nobleza, para la sinceridad, para la coherencia. Gracias a la madre de Fabián por su lección de integridad y una sugerencia: ahora que ha dejado la fregona, pruebe a limpiar la política. Yo le votaría.

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