El Prado o la epopeya de España
La pinacoteca cumple dos siglos como símbolo y metáfora de España
Ahora que España está enfrentada por una guerra de trapos, el bicentenario del Museo del Prado se nos presenta como la verdadera revelación patriótica, la confirmación de que si en algún lugar está el alma de España, es en esta pinacoteca que resume lo mejor ... de nosotros. Pasear por sus salas desvela el lado más luminoso de un país que con este museo demuestra su papel principal en la Historia.
Esta semana se cumplen dos siglos de una metáfora en la que se concentran la belleza y la tragedia, la felicidad y la guerra, la vida y la muerte. Todas las estampas que podrían resumir lo que somos más allá de este presente miope, torpe y alicortado. Los lienzos que allí cuelgan son ventanas a un pasado que ayuda a entender el presente. Velázquez muestra la dignidad de los bufones y que los grandes personajes apenas son un borroso reflejo en un espejo. Rubens señala el mensaje moral de los cuentos mitológicos al pintar la rotundidad generosa de la carne de las diosas. Murillo nos enseña que las historias religiosas no advierten de la amenaza del infierno sino que son tiernas historias humanas. Y Goya nos avisa con pinceladas de presagio de lo que anticipa a los tiempos oscuros.
El 19 de noviembre de 1819 se crea el Museo Real de Pinturas, un lugar que es el espejo de nuestra historia. Allí reposan las mejores epopeyas pero también nuestra tradicional desidia. Así lo denunció el periodista Mariano de Cavia en una noticia falsa -eso que llamarían ahora una fake news- el 25 de noviembre de 1891 en «El Liberal». Así era el terrible titular: «La catástrofe de anoche: España está de luto. Incendio del Museo de Pinturas». Cavia quiso así advertir sobre el abandono que sufría la pinacoteca. Muchos lo creyeron, como ocurriría décadas más tarde con Orson Welles y su Guerra de los Mundos, y acudieron espantados a las puertas del Prado. Sirvió la mentira piadosa de Cavia para que a partir de entonces España cuidara de su museo de pinturas como merecía.
El Museo del Prado es el espejo de España en el que se refleja lo mejor y también lo peor. Por ahí han pasado nuestras sombras. Alberti escribió una estremecedora obra titulada «Noche de guerra en el Museo del Prado» fruto de su experiencia recorriendo a oscuras la pinacoteca mientras las bombas de la aviación franquista caían sobre Madrid. Esta circunstancia obligó al Gobierno de la República a desalojar el museo e iniciar un peligroso viaje para salvaguardar nuestras joyas artísticas a Valencia y más tarde a Suiza. Regresaron y ahora son nuestro orgullo. La confirmación de que un país que ha creado tal templo de la belleza debe estar entre los lugares elegidos de la Historia.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete