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El pregón de Nochevieja

Ayer se celebró el I Pregón de la Nochevieja Sevillana a cargo del rapsoda en sus bodas de oro: cincuenta pregones de Grey

Francisco Robles

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Ya puede decir Sevilla que no hay ciudad sin su parangón, ni fiesta sin su pregón. Ayer, 28 de diciembre, se celebró el I Pregón de la Nochevieja Sevillana en el Audipregorio, ese auditorio pregoneril que va camino de convertirse en el teatro europeo de los pregones. Allí disertó sobre la Nochevieja, siempre al sevillano modo, el rapsoda que cumplió sus bodas de oro con el género: cincuenta pregones de Grey, apelativo con el que se conoce cariñosamente a este seductor del atril que lo ha pregonado todo en la ciudad, siendo sus proemios más destacados el dedicado al esparto de la alpargata costalera, el del triciclo chatarrero del hierro viejo que perdimos, y el que celebró el quinto aniversario del cambio de recorrido de la cruz de mayo de su barrio.

«Déjame que te recuerde / de antaño las nocheviejas, / con luces de espumillón / en los marcos de las puertas, / de Marie Brizard la copa / que se tomaba la abuela / y la esquila de Bendor / sonando en la sobremesa / donde reinó el Calisay / sobre todas las botellas». Tras el recorrido de rigor por el mueble bar al que se le encendía la luz al abrirlo, el rapsoda se adentró en aquellos programas de televisión que hacían las delicias del público. «Antonio, vente pa España / le está diciendo Josele / al hermano que emigró / donde vive Ángela Merkel. / Antonio, vente a Sevilla / porque tú eres hispalense / y déjate de salchichas / pues aquí puedes comerte / las tapas más sevillanas / y la Cruzcampo beberte». Los aplausos brotaron con fuerza ante la demostración de nuestras señas de identidad, y el pregón discurrió por esos cauces destilados con cola de la memoria que vuelve en Nochevieja.

Muy celebrado fue el paisaje donde rimaba el nardo con los disfraces de Pichardo, o el recuerdo sentido al Pilé 43 que engarzó con el por aquí te quiero ver, brigada Rafaé. No faltó el punto picante, inherente a la fiesta que sirve para despedir el año. «Recuerdo que se hizo el calor / en aquella Nochevieja / donde bailaba Sabrina / al son de las bambalinas / de su cazadora negra. / Bailaba de tal manera, / de una manera tan fina / mas no exenta de alguna treta, / que enseñó la bailarina / cuarto y mitad de una…» El público carcajeó los puntos suspensivos como si de una coplilla carnavalera se tratase, y el rapsoda aprovechó la ocasión para recordar cómo se manejaban con el botón de pausa los que aprendieron a parar el VHS en el preciso instante del descubrimiento pectoral.

Al final del pregón, ya en el vestíbulo donde el personal recogía las sintéticas pieles femeninas y el masculino loden, los opinadores de guardia ejercieron de portavoces de la ciudad. Detrás, el cartel de la Asociación de Nochevejistas donde aparece un efebo dándole al matasuegras. Ha sido un pregón muy de nochevieja. Un pregón comprometido, de hombre del Holiday. Un pregón para leer en la mesa camilla con música de fondo de Boney M. Ha sido un pregón muy sevillano, en su justa medida, que no ha rebasado las tres horas y media. Y la más frecuente, como no podía ser menos: ha sido el pregón que la nochevieja necesita.

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