El silencio
Tú vienes del silencio, del habitado silencio del buen gusto. Por eso huyes de las voces, los gritos, los ruidos, como de una maldición
Conociste aquel tiempo cuando las voces sólo estaban en la pendencia de la taberna o el casino y en alguna discusión acalorada sobre toros, fútbol o cualquier minucia local de esas que a veces terminaron en guerra civil dos amigos o dos vecinos; pero lo ...
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