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Tesis a la violeta

Cuando acabe el ruido por la guerra de los másteres y las tesis debería debatirse sobre el estado de la Universidad

Eva Díaz Pérez

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Qué extraña esta semana de tantas lecturas, de repaso a cientos de páginas, de observancia de frases y análisis de la palabra. ¿Estaremos de verdad en España? Qué emoción que todo un país conozca cómo citar bibliografías y se mueva con soltura en el aparato paratextual de los libros académicos. Pero ¿y la obra leída objeto de tanta pasión lectora? Ay, esa tesis sosa, de escaso vuelo académico y sólo con cierta habilidad, aunque torpe, en repetir lo ya reflexionado por otros.

Qué sorpresa de todos modos por cuánto se ha leído en estos días. Episodio extraño en el país de Cervantes que nunca lee a Cervantes. Pero brindemos porque la tesis de Pedro Sánchez ha hecho que inesperadamente se eleven los índices de lectura.

Más allá de la broma y del ruido de fieras que están provocando los estudios de posgrado de los próceres de la patria, hay un problema de fondo: el bajo nivel académico, la superficialidad en la Universidad y el riesgo de la mercantilización de los títulos. Un asunto grave que se sufre desde hace tiempo, cuando el profesorado tuvo que comenzar a bajar el nivel académico hasta convertir el último curso de carrera en un tercero del Bachillerato antiguo.

Hace tiempo que a la Universidad no se va a aprender y a saber más sino a colocarse. Esta sociedad despiadada e ignorante te enseña pronto a elegir titulaciones demandadas en el mercado. Por eso se argumenta que las humanidades y el estudio de ciertas ciencias no sirven para nada. Y así nos va.

Los másteres se han convertido en un mercado caro donde no vale quien más sabe sino quien puede pagarlo. O, como es el caso, un mercadillo de titulaciones para quien puede devolver servicios prestados. Y cuántos titulados y doctores en materias de la nada, en conocimientos vacíos, en humo de palabrejas.

Así vemos a esta España de licenciados y doctores a la violeta. Porque tendríamos que recordar a Cadalso y su sátira de «Los eruditos a la violeta» contra los falsos sabios que sólo tenían una tintura superficial de ciencias y artes y que opinaban de todo y nada sabían. Hoy estamos rodeados por «violetos» de másteres y tesis que no conocen más arte y ciencia que la de «cortar y pegar». Y que basan su prestigio de doctores en el remiendo de citas y el pespunte de ideas ajenas. En el material de acarreo y el eco de lo ya dicho. Así que cuando acabe el jaleo de este corral de gallos a la violeta estaría bien que nos enfrentáramos al verdadero debate: el estado de la Universidad española, ese viejo templo de la sabiduría convertido ahora en centro comercial para el despacho de falsas erudiciones.

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