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CARDO MÁXIMO

Zoido llevaba razón

Estábamos con los árboles, entretenidos que no enredados, y rezando para que no se nos caigan más

Poda de árboles en Almirante Lobo en el año 2014 ROCÍO RUZ
Javier Rubio

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Tranquilos, que no vamos a hablar de jacarandas, a pesar de que están empezando a florecer y constituyen el mejor pregón pascual que esta ciudad compone. De acuerdo en que los azahares —los pobrecitos míos, tan prostituidos por poetastros y pregoneros de tres al cuarto— dan el mejor pregón de la Cuaresma, pero la Pascua florida la cantan con sus azules y malvas desmayados las jacarandas risueñas. Únase a ello que los paraísos, con tanto frío de abril y tanta lluvia de marzo, han retrasado su nevada gloriosa hasta justo ahora y que los magnolios del Parque han comenzado a florecer todavía tímidamente para darnos cuenta del lujo para la vista que es pasear ahora mismo por la ciudad. Y no sólo pasear: sin ir más lejos, el otro día descubrí en la rotonda más horrorosa de la carretera del Puerto una adelfa de cinco o seis varas de diámetro, por lo menos, a la que deberían aplicarle la normativa de publicidad de la DGT porque, siendo como es un espectáculo para la vista, distrae de la atención al volante más que todos los cartelones de la A-49.

Pero estábamos con los árboles. Entretenidos que no enredados y rezando para que los ejemplares que se nos caen a porrillo —uno en la Cruz del Campo el domingo, otro ayer dentro del Alcázar— no descalabren de mala manera a alguna criatura como pasó ayer por la tarde. Los árboles se han convertido en un gran problema en la ciudad, como dejó dicho Elías Bonells: los que faltan, con los tocones de cuerpo presente como las sillas vacías de una cena de Nochebuena; los que están enfermos y amenazan ruina; y los que quedan, que cada vez son menos restando los que se caen y los que se talan antes de que se caigan. El Ayuntamiento anda desbordado porque no ha terminado de podar cuando tiene que talar y no ha terminado de replantar cuando tiene que sanear y así no hay manera de ganar sombra.

En todo esto iba pensando cuando pasé, casi sin darme cuenta, por Almirante Lobo. Ustedes recordarán el arboricidio de Zoido y todo lo que se dijo aquí del disparate de acabar con los plátanos de sombra. Aquello dio que hablar. Las bauhinias son un primor. Ahora mismo están en plena floración y aportan a la vía un colorido y una alegría con los que los plátanos de Indias no podían ni soñar. Y ya van dando su sombrita, todavía modesta, a pesar de que sólo llevan plantados cuatro abriles.

El tiempo, ese implacable juez supremo que todo lo encausa, ha acabado por darle la razón a Zoido y su equipo, que defendían como en un acto de fe que Almirante Lobo iba a quedar mejor de lo que estaba. Lo mismo que dijimos una cosa entonces, decimos la otra ahora. En eso, acertó; en la gestión del resto del arbolado, a la vista está que no.

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