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Almeyda: «Cuando salía a la cancha oía cómo la gente decía que dónde estaba el verdadero Almeyda»

Orgullo de Nervión

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Matías Almeyda se alivia en esta entrevista. Muchos años después, diez para más señas, el argentino habla de su «fracaso» en el Sevilla. Acaba de llegar a su país, tras su experiencia en el Lyn noruego. Antes, le queda haber sido uno de los mejores futbolistas del Calcio italiano en los años noventa.

-Y pensaba yo que usted se había retirado...

-Sí, sí, estuve dos años sin jugar al fútbol.

-¿Y cómo es que le ha dado por jugar de nuevo?

-Porque no encontraba el rumbo en mi vida, estaba todo el día pensando y pensando en lo mismo; necesité ayuda psicológica durante dos años. Me sentía fatal, con una depresión gorda; quedás hecho un inútil, lo que fuiste, lo que eres... Echaba de menos el vestuario, jugar, el campo de fútbol.

-Quizás por eso no aceptó la propuesta de Simeone como ayudante de entrenador en el Racing de Avellaneda.

-Exacto, no me agarró bien, estaba confundido, no estaba, no era yo, y el Cholo lo entendió.

-Nunca entendí la razón por la que se retiró usted tan joven, con sólo 30 años

-Mirá, me dejó de hacer ilusión; me fui dando cuenta del manejo del fútbol, me hacía daño comprobar algunas cosas, la manera en la que algunos no cumplían con su palabra. También me enojé con el periodismo, con algunos, ¿eh?, que ponían cosas que no eran ciertas. Empecé a descubrir cosas, cómo algunos compañeros y dirigentes se hacían amigos de periodistas para que hablaran bien de ellos. Una hipocresía en todos los sentidos. Y... hoy creo que he aprendido la lección, el futbolista sólo se puede preocupar del juego, si reflexionás sobre lo que ocurre alrededor te vas a complicar la vida. El problema es que yo antes no podía.

-Hace 10 años que se fue de Sevilla.

-¡Uff! Cómo ha pasado el tiempo, ¿diez años? Ahí entraron muchas cosas. En su momento fui el traspaso más caro del fútbol argentino. Esperaban tanto de mí... que me fue imposible. Y cómo estaba el equipo... llegué al peor Sevilla de la historia, hasta tuvimos cuatro técnicos en un año. Camacho, Rubio, Bilardo y otro que ahora no me acuerdo. Qué diferencia con ahora, la alegría que tiene el equipo; antes cualquier partido que jugáramos lo perdíamos. Había problemas también del presidente.

-¿Se acuerda cuánto costó su fichaje?

-Nueve millones trescientos mil dólares; eso es lo que dijeron, después...

-Después, lo que se haya perdido, ¿no?

-¡Jajaja! Fíjese que cuando me fui a la Lazio el Sevilla todavía no le había pagado a River; me lo dijeron en Argentina; el presidente era González de Caldas. Me fui a Italia porque la Lazio se hizo cargo de la deuda.

-¿Por qué no triunfó en el Sevilla?

-Es como le decía, esperaban otra cosa, yo era el clásico cinco argentino, un futbolista de recuperación. En Sevilla esperaban que yo cogiera la pelota y me la llevara para adelante, un jugador de fantasía.

-Quizás esperaban eso por el alto precio que pagó el Sevilla por usted.

-Lo del dinero en el fútbol es un disparate; una persona no puede valer tanto. Tengo una teoría al respecto que podría servir, que los traspasos fueran tipo escalera y me explico. Que los del primer nivel puedan valer hasta un tope; los de segundo, otro tope inferior, y los de tercer nivel, pues una cifra más baja todavía.

-Pero usted habrá hecho una fortuna en Italia...

-A todos nos gusta la plata, claro, pero yo sé vivir sin ella. Y lo sé porque lo he hecho casi toda mi vida. Vengo de una familia de clase media, baja.

-¿Quién le llevó al Sevilla?

-Fue a través de Marcos Franchi; luego, agarró a Riquelme y se fue, se fue para siempre. Eso es lo que yo le decía, el ambiente, la decepción que te crea. Mientras estás arriba tenés un millón de amigos. Así era la canción de Roberto Carlos, ¿no? Luego, a medida que vas desapareciendo del entorno, te apagan, aparecen otros pibes y quedás en el olvido. Ahí es cuando piensas que has vivido engañado. Es duro. Y claro, a los futbolistas nos están preparando para el día que vas a debutar. ¿Qué pasa con el día que vas a dejar el fútbol?

-El Sevilla de su etapa acabó descendiendo.

-Yo no sé si el Sevilla era un equipo para descender, pero no era un gran equipo, eso seguro. Nada que ver con el de ahora; el Sevilla de hoy nos metía seguro 14-0. Si es que yo salía a la cancha y oía "a ver cuando aparece el verdadero Almeyda"... En lo deportivo no fue bueno, todo lo contrario; en lo personal, lo mejor... Como usted sabrá he vivido en muchos sitios y siempre digo que si tuviera que elegir un lugar me quedaba con Sevilla. La gente, el clima, la alegría, es una ciudad medio gitana... y a mí eso me encanta. A mi casa venía un matrimonio a ayudarnos, se llamaban Mari y Ángel; el día que me fui se me cayeron muchas lágrimas.

-¿Qué compañeros recuerda de su periplo en el Sevilla?

-Martagón era una buena persona, también había un griego. Sí, se llamaba Marinakis. Me reía mucho con él; sólo sabía tres palabras en español y dos eran palabrotas. Tenía una nariz grande y yo lo llamaba narigón. También estaban Monchi, Rafa Paz, Jiménez...

-En Italia sí que triunfó, incluso fue elegido usted mejor jugador sudamericano del Calcio.

-Fue en el año 2000 con la Lazio; y era otro juego, otro equipo, conseguimos siete títulos. Por eso decía que algo tenía que tener para haber cosechado luego éxitos en Italia.

-¿Cuál es el mejor jugador con el que ha coincidido?

-Está Diego Maradona, claro. Y Francescoli en River. Después aparecieron Mancini, Nesta, Nedved, Salas, Thuram, Buffon, Cannavaro... todos en Italia.

-¿Y cómo mejor persona?

-El Mono —Germán Burgos—. Coincidí en River; era un tipo buenísimo, siempre estaba alegre, era positivo como el que más. Le buscaba a la vida un significado maravilloso. Todos los días cantaba y nos decía: "Algún día sus hijos me escucharán". Le decíamos que ojalá que no...

-¿Que hará a partir de ahora?

-Pues quiero volver a jugar.

-¿Incluso vendría a España?

-Por supuesto; estuve hace dos años muy cerquita de firmar por el Cádiz; me dio mucha pena. ¿Sabía que tengo una tía de Cádiz? Tengo tres nenas, de seis, de cuatro y de uno... y me encantaría instalarme en España. Si sabe algo me lo comunica, ¿ok?

-¿Y está usted en condiciones de jugar al más alto nivel todavía?

-Por supuesto, me los como a todos.

-A ver si le vemos de nuevo por España.

-Ojalá pudiera ser así.

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