Andratx - Sevilla: Un martirio del que salió vivo en la Copa (1-1)
El Sevilla no pudo superar al Andratx en 120 minutos y tuvo que recurrir a los penaltis para acceder a los dieciseisavos
Lopetegui: «No hemos podido solucionar el partido antes y hemos pasado en los penaltis»
Gudelj: «Hemos venido con una misión, que era pasar, y la hemos cumplido»
Con demasiado sufrimiento, y sólo en los penaltis tras haberse jugado 120 minutos, pudo el Sevilla lograr la clasificación a los dieciseisavos ante un Andratx rocoso y que para nada dio señal de ser un equipo de la Segunda RFEF . ¿Por qué? Ya ... le pasó al Sevilla ante el Córdoba, y muchos análisis partieron del buen juego de un rival que se ha hecho para ascender a la Segunda división, pero, ¿y ayer? De ayer ¿qué se puede comentar? Cuesta entenderlo. Lo primero, y más importante, seguro, es reconocer que el Sevilla fue en Mallorca un equipo muy menor; y, lo segundo, y también sumamente importante, es que no puede existir excusa alguna para suavizar lo ocurrido. No vale que el césped fuera artificial, que las dimensiones del terreno de juego fueran menores, o que los locales tenían ante sí el partido de sus vidas. Lo de ayer no puede entrar en los planes de ningún club que tenga en las palabras ambición y crecimiento su particular diccionario. Así, no. Dicho lo cual, y esto, al fin y al cabo, es lo que queda, el Sevilla ya está en los dieciseisavos de final de la Copa del Rey. Le costó un mundo, pero el viernes estará en el sorteo con otros 31 equipos. La Copa le está regalando vidas al conjunto nervionense. En Córdoba tuvo que llegar a la prórroga y en tierras mallorquinas, a unos penaltis liderados por la cantera.
Cuando más personalidad hacía falta, cuando el jugador se define ante los demás al aceptar o no el reto (o mal trago) de lanzar un penalti, los canteranos Iván Romero y Luismi levantaron la mano. «Aquí también estamos nosotros», pudieron decir al unísono los niños del filial. Los dos marcaron a lo grande, con frialdad, como si estuvieran en el patio de sus colegios y lo máximo que se jugaran fuera el reconocimiento de sus compañeritos. También acertaron en sus lanzamientos Rafa Mir, Gudelj, Papu Gómez y Delaney. Sólo falló Óscar Rodríguez, que tiró al palo, por Bonet y Gaspar por el equipo local. Los del Andratx, sin apenas nada que perder y mucho que ganar, disfrutaron hasta en los lanzamientos de penas máximas. El agotamiento mental era cosa de los nervionenses, razón de más para destacar la importancia de haber podido salir vivos de un estadio al que se le había puesto color de tragedia para el Sevilla.
Desde que comenzó el encuentro, el azul de los baleares parecía verse en todos lados. Cada vez que un futbolista del Sevilla cogía el balón, dos del Andratx apretaban a escasos centímetros. Se notó desde el principio, cuando ni siquiera se había llegado al minuto cinco, que al Sevilla le iba a costar mucho poder doblegar al rival en un campo chiquitito y donde el balón botaba de una forma extraña. Lopetegui, posiblemente el único que no esperaba un duelo más sencillo que en Córdoba, no titubeó y metió a varios titulares, caso de Rakitic, Jordán o Rafa Mir.
En la primera parte apenas sucedió nada. Rafa Mir, que cabeceó varias veces fuera ante la presión de sus marcadores, fue el que más lo entendió, y en la segunda, justo en el minuto 57, lanzó un trallazo con el que nada pudo hacer el meta local. El murciano robó el balón, lo picó, y se preparó para chutar con todo el alma. El gol, sin embargo, apenas le dio unos minutos de tranquilidad al Sevilla. De lo esperado, que los locales se abrieran y corrieran riesgos, se pasó a una falta muy inocente de Jordán que supuso el gol del empate. El mundo al revés. El Sevilla se puso nervioso, sin entender los tiempos y lo que requería el duelo en ese momento, mientras que los del Andratx, con el traje de héroe preparado, hicieron el 1-1 con un tanto de Llabres. El partido, con 35 minutos por delante, entró en una fase de temor, de mucho cuidado, y con la ocasión clarísima de Munir para haber marcado en el 89. Su cabezazo al larguero fue el dibujo de lo que luego sería la prórroga, más miedo, un pánico que sólo pudo olvidar cuando acabaron los lanzamientos de penalti.
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