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Bayern - Sevilla: El dolor y el orgullo de un equipazo (2-1)

El Sevilla cayó en la prórroga en la Supercopa ante un Bayern de Munich que sufrió muchisimo

Los jugadores del Sevilla aplauden a los aficionados tras la derrota en la Supercopa EFE
Roberto Arrocha

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Otra vez, en una prórroga. Como ocurriera en las dos últimas finales de la Supercopa de Europa , en 2015 y en 2016, el Sevilla cayó derrotado ante un Bayern de Múnich que pasó por muchos apuros para superar a los de Nervión. El dolor escuece ahora. Los jugadores del Sevilla , gladiadores ante alemanes, respiran con dificultad tirados en el césped del Arena Puskás porque saben que hoy, para muchos, perdieron la oportunidad de sus vidas. El paradón de Neuer a En-Nesiry en los minutos finales con el 1-1 será durante un tiempo la pesadilla sevillista. Dicen algunos que no hay derrota en el que lucha y no se rinde. Me parece que, en este Sevilla, que quiere ser grande entre los grandes, perder hoy es una puñalada en el pecho. El equipo lo intentó de todas las maneras posibles, y el único consuelo que puede quedar tras perder en la prórroga es pensar que a este Sevilla le deben quedar muchas cosas buenas. El orgullo lo tiene. Y los elogios, del mundo del fútbol, también.

El Bayern de Múnich, artefacto alemán, ingeniería bávara, dominador de terrenos, muy pronto enseñó su descarado sistema y se fue a por la meta de Bono. Sin avisar. Aunque no pasó nada, al menos, con importancia para los intereses de los de Lopetegui: Goretzka, que robó el balón en el centro el campo, se lo dio a Gnabry, pero el extremo puso el balón en tierra de nadie. Bien. Había avisado el entrenador sevillista de la importancia de parar al Bayern en su primera jugada , de dejarle clara las muestras de carácter que predominan en Nervion.

La duda del conjunto alemán trajo aires de cierta confianza al conjunto hispalense. De bien, a mejor. El Sevilla empezó a tocar el balón y dio ligeros pasitos adelante, diciéndole a Flick y sus hombres que las comparsas del sur de Europa sólo están en Cádiz y sus carnavales.

De esta manera, como hacen los grandes y los que tienen esa personalidad para dejar de creer en los imposibles, el Sevilla se presentaría en el área de Neuer para hacer un jugadón entre De Jong y Rakitic, y provocar penalti sobre el jugador croata. Ocampos corrió a por el balón y lo puso dentro de la portería germana en el minuto once ante la locura colectiva de los 500 aficionados sevillistas presentes en las gradas.

Quedaba un mundo, pero el Sevilla, contra todo pronóstico, se vistió de esperanza. El Bayern, por contra, se engalanó con el traje de ogro orgulloso y dolido para levantarse cuanto antes. El balón volvió a ser de los alemanes. Erre que erre, una y otra vez, hasta tres ocasiones clarísimas tendrían los jugadores de Flick en los siguientes minutos para empatar, la más clara, en un mano a mano de Lewandoski con Bono que atajaría bien colocado el marroquí. El cuadro germano empezaba a bordarlo. Literalmente. Sólo le faltaba el acierto arriba. Primero avisó, avisó, y avisó, y después, con tanto empuje, remataría con un disparo de Goretzka tras dejarle Lewandoski el balón de cara. El 1-1 llegó en el minuto 34 ante el desespero de una defensa sevillista que vio bien que el colegiado pitara el final de la primera parte apenas un cuarto de hora después.

En la segunda, el Sevilla salió espabilado. Apenas necesitó 40 segundos para tener una ocasión clarísima para batir a Neuer, pero el portero alemán estaría acertado al remate de De Jong tras gran centro de Escudero. El Bayern no fue menos y poco después marcaría un tanto que sería anulado por el VAR por fuera de juego. Lopetegui aprovechó la alegría para meter oxígeno en el campo con la entrada de En Nesyri y Óliver Torres por De Jong y Rakitic, respectivamente. El Bayer, mientras tanto, seguía a lo suyo. Al más puro estilo Manchester United en el inicio de la segunda parte de la semifinal de la Liga Europa en Alemania, los rojos se comportaban como un rodillo. Pero el Sevilla, de nuevo, salía vivo una y otra vez. Ya fuera por un rebote, por una parada de Bono, por un fuera de juego, por una falta previa (el colegiado anularía un segundo tanto por esta circunstancia), por lo que fuera… el Sevilla seguía agarrándose a la épica. A falta de 18 minutos para el final sería Gudelj el que entraría en el terreno de juego por Suso. El partido entró en la fase decisiva, y el Sevilla tendría aún fuerza para seguir poniendo en apuros al Bayern, sobre todo, con una acción que comenzó Navas y en la que En-Nesiry, sólo delante del portero, no fue capaz de batir al Bayer. Apenas quedaban cuatro minutos y el delantero marroquí se chocó con el muro de Neuer en una jugada que podía haber marcado para siempre su vida. El marcador no se movería y el partido pasaría a la correspondiente prórroga y el evidente cansancio de los jugadores de los dos equipos tras el largo esfuerzo realizado.

Nada más empezar la primera parte de la prórroga, de nuevo En-Nesyri sería protagonista, en esta ocasión, por un disparo al palo cuando ya se había ido de su marcador. A Lopetegui casi le da algo . El técnico vasco, cariacontecido tras las dos oportunidades perdidas, le dio minutos al Mudo Vázquez por Jordán y emplazó a sus futbolistas a que siguieran jugando con velocidad para aprovechar alguna contra.

El Bayern, con mucho más sufrimiento, trató de seguir con su juego y, a tenor de lo sucedido poco después, le salió bastante bien. En el lanzamiento de un córner, y tras varias carambolas, Javi Martínez marcaría para su equipo de cabeza . Poco más se pudo jugar en los primeros quince minutos de la prórroga. En la segunda, con el equipo fundido físicamente, nada pudo hacer un Sevilla que se marcha de Hungría con dolor, mucho dolor.

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