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«¿Un castigo? Puedes plantearlo como un reto u oportunidad»

El excoordinador del Área de Psicología del Sevilla, Miguel Morilla, reflexiona sobre la situación actual

Roberto Arrocha

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Miguel Morilla, uno de los mayores expertos en Psicología del Deporte, además de piedra angular en la fundación y coordinación en 1998 del Área de Psicología del Sevilla FC (estuvo hasta 2009), habló con ABC de Sevilla sobre la importancia de que la sociedad en general y los futbolistas en particular sean capaces de encontrar retos y oportunidades en este periodo de confinamiento: «Es cierto que cada persona, se dedique a lo que se dedique, tiene sus circunstancias particulares, además de sus propios recursos psicológicos; todo ello condiciona cómo afrontará lo que le vaya viniendo. En el caso de los futbolistas existe gran variabilidad en todas esas circunstancias: edad, sexo, formación, pareja e hijos, familiares, situación contractual con el club, aficiones…, entre otros muchos. Cualquier factor de los indicados puede facilitar o dificultar el desarrollo de un periodo especial como éste. Por intentar buscar aspectos comunes a todos o a casi todo ellos podríamos decir que el confinamiento supone unos cambios, contratiempos, dificultades.. pero también oportunidades. Entre las primeras, por ejemplo, está el cambio en las rutinas diarias, pérdida de la forma física, pérdida del ritmo competitivo, dudas sobre renovación o posible fichaje por otro equipo… Todo esto puede suponer que afloren una serie de emociones como el miedo, incertidumbre, tristeza, melancolía, hostilidad… Pero, por otro lado, aparecen, si así te lo planteas, retos y oportunidades. ¿De qué hablamos? Pues a nivel familiar, por ejemplo, poder estar más en contacto con tu familia directa, disfrutando más de tus hijos; a nivel de aprendizajes y mejoras, también, retomar habilidades aparcadas».

—¿Qué importancia tiene para los jugadores de élite trabajar mentalmente en este periodo de confinamiento?

—Quizás habría que definir qué entendemos por trabajo mental. En cualquier caso, yo no plantearía el confinamiento como una negra reclusión, casi carcelaria, algo extraordinario que se debe superar y/o soportar aunque sea, incluso haciendo un esfuerzo sobrenatural. Yo lo plantearía como la medicina que nos prescribe el doctor. Yo recomendaría tratarlo de forma natural: ‘Es algo que puede suceder, consiste en esto…, recomiendan esto otro…, puede tener este recorrido, debemos respetar eso y aquello…, y nos aconsejan distraernos y poner la mente en el modo aprovechamiento…’. A partir de ahí, el/la futbolista de élite, al igual que cualquier persona, debe ir decidiendo que es lo mejor para él, para su familia y para la sociedad en general. Con ese planteamiento, seguro que tomará las mejores decisiones en función de esas circunstancias mencionadas, y evidentemente los consejos que nos vayan dando los especialistas. Lo que es fundamental es que sean consciente de lo que tienen –su familia, sus recursos..., quiénes son –futbolistas en este caso-, y qué deben y no deben hacer. El planteamiento de encarar el confinamiento más como un reto que como una desgracia no sólo es bueno para nosotros, sino además es didáctico para nuestros hijos.

—¿Qué recuerdos tienes de tu etapa en el Sevilla FC como fundador y coordinador del Área de Psicología?

—Fue una etapa profesional magnífica, no sólo porque me dieron la oportunidad de incluir dentro de la estructura del club un área absolutamente necesaria, sino porque también tuve la ocasión de trabajar con gente que han aportado y aportan mucho al Sevilla FC; empezando por el grupo de psicólogos que conformaban el área: Miguel Ángel Gómez, Juanma Gamito, Mercedes Valiente… siguiendo con directivos como Del Nido, Monchi, Pablo Blanco, Cruz, Vizcaíno y pasando por entrenadores como Jiménez, Caparros, Tejada… o jugadores como Navas, Reyes, Alfaro, Capel… También me acuerdo de personas que desde el club tanto nos apoyaron, como Orellana, Vicente Miera, Paco Mesa… Fue una etapa en la que llegamos a ser 15 psicólogos y en la que casi todos los proyectos que proponíamos salían adelante; Del Nido fue clave. Fueron unos años muy productivos y exitosos.

—Ha trabajado en el AEK, Zaragoza, Al Rayyan, Ludogorets, Las Palmas... ¿Qué destacarías? ¿Hay diferencias?

—También he trabajado con otros equipos, menos populares, pero no menos importante para mi enriquecimiento. En realidad, los grupos deportivos se parecen mucho: estructuras, liderazgos, intereses, etc. Las grandes diferencias las encontré entre los propios jugadores que componían cada grupo. En todas esas plantillas existían líderes, marginados, colaboradores, activistas, negativistas, conflictivos… De manera que cuando llegas a un equipo nuevo vas buscando cada perfil. Después es cuestión de ir viendo lo que pretende el míster de cada uno, y éste va a querer siempre que le ayudes a sacar lo máximo de cada jugador individualmente y del grupo en su conjunto.

—Por último, podría también mandar algún consejo para las personas que te puedan estar leyendo...

—El primer consejo, innegociable, es que se mantenga todo el mundo en sus casas con su familia, y que no salgan salvo para comprar lo indispensable o atender a su trabajo los que no tengan más remedio. El segundo consejo es que estén informados y sigan adecuadamente los consejos que desde las distintas administraciones oficiales se nos van dando. El tercero es que colaboren en todo aquello que puedan con su familia y con la población necesitada, sea ayuda material o simplemente respetando los consejos oficiales. Por último, aconsejar que se mantengan distraídos, aprovechando el tiempo en algún aprendizaje valido para su futuro. Es una buena oportunidad para mejorar su inteligencia emocional. Va a ser un periodo en el que se puede poner a prueba la gestión de nuestras emociones; buen momento, por lo tanto, para trabajar el autoconocimiento, el autocontrol, la automotivación, la empatía y el manejo de nuestras habilidades sociales y estrategias de resolución de conflictos. Y si nos quedara más tiempo, que espero que no, también aconsejaría trabajar con nuestros propios hijos esos aspectos, colaborando por tanto en su educación emocional.

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