Hazte premium Hazte premium

Bayern - Sevilla

Cuando caes como uno de los más grandes (2-1)

El Sevilla perdió la Supercopa en la prórroga ante un Bayern que sufrió; En-Nesyri perdonó un mano a mano con Neuer al filo de los 90 minutos

Roberto Arrocha

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Mientras que los jugadores del Sevilla resoplan tendidos en el césped del Arena, mientras que En-Nesyri llora a escasos metros de la afición de Nervión, mientras que los jugadores del Bayern de Múnich se abrazan y se preparan para levantar la copa, comienzo estas líneas con el firme convencimiento de que lo realizado por el equipo de Lopetegui en Hungría resulta extraordinario. Las prisas de un diario me advierten de que deje de mirar al terreno de juego. La rotativa me llama. Pero ahora, con lo vivido y la tensión acumulada en una cita con la historia, con el desconsuelo de afición y equipo, me resulta harto complicado. Difícil. Sólo un detalle más, si me lo permiten antes de centrarme en un análisis más general de lo que ocurrió en Budapest. Felicidades, sevillistas . Felicidades, Sevilla . Hoy la música no sonó para rendirte homenaje; hoy son los alemanes, que deben andar todavía inquietos ante tanta lucha rival, los que reciben el aplauso.

El dolor de jugadores e hinchas se mezcla con el orgullo de un grupo que jamás se dio por vencido, aún a sabiendas de que tenía delante al mejor equipo del mundo. El Sevilla , pese a perder de nuevo en una prórroga la final de la Supercopa de Europa , como ya ocurriera en 2015 y 2016 , es un reducto de emociones. ¿Cómo pudo equivocarse En-Nesyri en un mano a mano con Neuer cuándo quedaban apenas unos minutos para el final y el marcador reflejaba el empate a uno? Seguramente, esa sea la pregunta que hoy se hace el fútbol español. Aún sigo pensándolo. Desde aquí arriba, en los espectaculares pupitres del nuevo estadio húngaro, parecía imposible no meter el balón entre los tres palos. Jesús Navas , especialista en contragolpes, midió bien los tiempos, y le dijo: «Toma, Youssef; toma, te toca pasar a la historia». Silencio. Prefiero no ver la jugada de nuevo . En el monitor que tengo delante ya lo repitieron varias veces ante la incredulidad del periodismo alemán, perplejos por el milagro, uno más, de Neuer.

El Sevilla lo hizo casi todo bien. Empezó fuerte, concentrado, como en las grandes citas, y sabiendo en todo momento qué tenía que hacer ante el manual de Flick . Ni siquiera el aviso del cuadro germano a los pocos minutos en una buena jugada liderada por Goretzka y Gnabry soliviantó a los sevillistas. El equipo hispalense sabía lo que tenía que hacer y así inició su hoja de ruta. El camino no pudo empezar mejor. Perfecto. A los once minutos, con De Jong como asistente, Rakitic sería derribado dentro del área. Penalti. Ocampos se hizo con el balón y lo metió dentro de las mallas del Bayern . Espectacular. Póngale el adjetivo que quiera. No creo que haya muchos optimistas entre los optimistas que profesan el sevillismo que hubieran creído en un inicio así. Pero así se dio, y así lo contamos.

Los momentos decisivos

Lo que vino después fue un carrusel de sensaciones y sentimientos que irían marcando el duelo. El Bayern , jaleado por su entrenador, más que molesto por ir por detrás en el marcador (se nota que no está acostumbrado) se rehízo y empezó a triangular en las zonas donde el buen fútbol vale mucho dinero. Poquito a poco, la máquina alemana apretaba cada vez más y hacía desvanecer por momentos a la defensa nervionense. De esta forma, y tras tener varias ocasiones para empatar (también hay que decirlo), Goretzka haría el 1-1 en el minuto 33 tras aprovechar la dejada de Lewandoski . En la primera parte poco más ocurriría, puesto que el Bayern dejó de apretar el acelerador, y cogió y dejó coger oxígeno. Fue lo más parecido a una tregua. En la segunda, sin embargo, y con los actores principales deseosos de protagonizar alguna escena importante, aparecería De Jong a los pocos segundos para poner a prueba de nuevo a Neuer tras un buen centro de Escudero . El Bayern , sorprendentemente, salió algo adormilado. Solo fueron cinco minutos. El medio del campo exigió y el resto respondió. Los alemanes lo intentaron de todas las maneras posibles, pero siempre se chocaban con el muro de Nervión. Con el 1-1, y en el 86, En-Nesyri perdonó ; el Bayern se rebeló en la prórroga. El rodillo alemán fue a más, si bien sería en el lanzamiento de un córner, tras varias carambolas, como el español Javi Martinez haría de cabeza el segundo tanto de su equipo. Se acabó. Ya no pudo más el Sevilla. Demasiado hizo. Demasiada lucha sin premio.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación