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Getafe - Sevilla: Ganó el único que quiso (0-1)

Un tanto en propia puerta de Etxeita en el minuto 81 castiga el rácano plan de Bordalás y premia con tres puntos de oro la perseverancia sevillista

Fran Montes de Oca

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Le costó un mundo y evidenció cierta falta de contundencia ofensiva a la hora de imponerse y horadar la roca que plantó el Getafe ante su portero David Soria. Pero el Sevila FC ganó, se reencontró con la sonrisa en LaLiga, a base de una enorme perseverancia, sin perder en ningún momento la fe en un choque enrevesado, dificilísimo. El fútbol castigó la racanería de Bordalás y el único tanto del partido lo anotó un defensa suyo, Etxeita, pero en su propia portería , propiciando la victoria sevillista en la recta final del encuentro. El balón lo había puesto Suso , cada vez más importante en este Sevilla. Los tres puntos son de oro y saben de dulce por cómo se han conseguido, en un feudo siempre complicado, combatiendo hasta el último segundo. Ganó el que más quiso. Y otra vez siendo decisivo en el epílogo. Inagotable. A competitividad es casi imposible doblegar al Sevilla.

El partido cayó pronto en las redes de Bordalás. Entre el sopor y el ahogamiento supino. El Sevilla sólo pudo intimidar algo en los primeros compases por medio de sus extremos. Tanto Suso como Ocampos, moviéndose de fuera hacia adentro, intentaron buscar las cosquillas a la zaga azulona. Pero el rival estrechó pronto sus marcas y volatilizó todo el juego exterior de los visitantes. La batalla se presumía larga. Ardua.

El Getafe, pese a las bajas, nunca perdió su etiqueta de alta disciplina táctica y defensiva . Cerró atrás sin contemplaciones y renunció prácticamente al último tercio de campo. Apenas dejó espacios a los sevillistas en cada repliegue, obligando a los de Lopetegui a tocar y tocar en horizontal, con estrechísima profundidad. Rakitic volvió a estar por debajo de lo esperado. No aportó ese plus que necesitaba el equipo en la creación, y más en un envite tan trabado y difícil como el de este sábado. El croata acabó siendo el primer cambio del Sevilla, con alguna molestia muscular, sustituido por Óliver Torres al poco de la reanudación.

También, era de esperar, llevó el Getafe la contienda a un plano muy físico, bronco por momentos. En-Nesyri vivió asfixiado durante el primer acto en una nube de defensores azules y fue el receptor de la mayoría de las faltas. El marroquí, muy marcado, estuvo casi más tiempo por los suelos que generando peligro. Los locales tenían estudiado de sobra el guion de su fase defensiva. Ninguna novedad. Agazapados... y tentando esporádicamente a la contra con la velocidad de Cucurella. Con muy poquito más le bastaba al conjunto de Bordalás para sentirse cómodo en el partido.

Sin fisuras en el plan conservador de los madrileños, el Sevilla tenía que explotar cualquier arma alternativa. De hecho, tuvo la ocasión más clara a balón parado. Joan Jordán , especialista consumado en la estrategia, estrelló un golpe franco en el larguero de David Soria desde treinta metros. El travesaño del meta del Getafe tembló literalmente. El golpeo del catalán fue fabuloso, de trayectoria indescifrable para el portero. Una pena que no entró. El gol en el Coliseum, en cada paso de cronómetro, subía de precio. Con 0-0 se marcharon ambos equipos al descanso.

La primera parte, infumable, sólo registró la ocasión de Jordán a la madera. La vigilancia de los locales sobre los atacantes del Sevilla, en especial con Suso, fue impecable. En la segunda mitad, el Sevilla iba a conseguir su objetivo, de la manera más inesperada y, por supuesto, sudando hasta la última gota. No existía otro camino. De nuevo Jordán pudo abrir la cuenta, aunque esta vez no acertó a rematar un excelente servicio de Ocampos. El ex del Eibar acabó golpeando a Cabaco en vez del balón.

El partido repetía exactamente la misma fisonomía de la primera parte. El Getafe no perdía su orden extremo en el bloque bajo y los sevillistas no conseguían poner en aprietos a Soria. Por si fuera poco, el conjunto local ganó algo más en verticalidad y llegó a rozar la victoria. No era compatible con la justicia, así que la fortuna se alió con el Sevilla FC. Koundé se erigió en salvador (por enésima vez como sevillista) y sacó sobre la misma línea de gol un lanzamiento de falta de Timor que ya todos veían dentro. Con Bono totalmente batido. Milagroso el francés. El desenlace terminó por castigar el plan de Bordalás. La suerte se alistó con la perseverancia del Sevilla. Pasado el 80 de partido, Suso colocó un centro desde la derecha y Etxeita , en su intento de despejar con la cabeza, introdujo el balón en su propia portería. ¡Gol! Los tres puntos, trabajadísimos, se fueron para Sevilla, para el único equipo que de verdad quiso rubricar el triunfo.

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