Sed valientes, sed sevillistas
«Palanganas, hoy nos jugamos la primera parte de un duelo a vida o muerte»

Esa sensación terrible que tenemos desde que empezó la competición de los grandes expresos europeos, que nos lleva a creer en las meigas y, consecuentemente, convencernos de que entramos con mal pie y un bajío muy gordo en nuestro grupo, o la rompemos hoy o ... nos rompemos la cara. No hay más. Y mira que las elecciones impuestas entre la espada y la pared son deleznables. Pero las cosas son como son y como las hacemos. Y en este grupo nuestro de Champions, tan alegremente rebajado a partidos contra un All Stars del Kendal por los que son incapaces de soportar su levedad deportiva, nos ha dado un baño de realidad inclemente, durísimo. A falta de dos jornadas para su conclusión somos los últimos de la fila y si queremos salir del pozo no nos queda otra alternativa que vestirnos de hombres. Ser hombres de los pies a la cabeza. Ser hombre con el corazón y con la razón, con el fuego y el hielo, con la pasión y la frialdad. No nos valdrán los disfraces ni de artistas ni de arlequines. Hay que vestirse como los hombres. Por los pies y, si acaso, para adornarnos si la ocasión se pinta roja y blanca, con pajarita de noche de fiesta. Eso es lo que vamos buscando con ahínco y con muchas prevenciones. Una noche de fiesta que nos permita seguir respirando con la cara intacta, sin ojos a la funerala ni rictus de desolación. Palanganas, hoy nos jugamos la primera parte de un duelo a vida o muerte. Imploro a Clint Eastwood…
Así que saldremos vestidos de hombres que saben encarar su destino. Y el destino de este club es no rendirse nunca, no entregar la cuchara por muchas cucharas que busquen en la misma olla los garbanzos de plata. Ahí tiene que mandar nuestra historia, nuestra sangre y nuestro lema más arraigado: somos más cuando menos chance tenemos. Nos crecemos ante el castigo. Rendirse o embadurnar las derrotas con filosofías del reader's digest es para espíritus frutales y verdes. Nos sabemos poner de pie, nos sabemos recuperar de los golpes más bajos, nos llevamos divinamente contra la adversidad. Así que, tanta como la que vamos a tener en este duelo a dos balas, nos encara con nuestra bestia preferida, esa que como un dragón chino echa fuego por sus fauces y, chulos como ochos de caligrafía gótica, los palanganas utilizamos para encender nuestra pasión. La que nos lleva a sentirnos ganadores en duelos donde unos van con parabellum 9mm y nosotros con pistolitas de plástico. Unos llevan en la frente la marca de Caín. Nosotros llevamos la de los elegidos por los dioses para ganar y honrarlos.
No voy a entrar en lo que debimos haber hecho y no se hizo. Eso forma parte del instituto de análisis internos de la Casa de Monchi y Cia. Hoy es martes. Día donde todo debe de estar analizado, asimilado y asumido por los que se van a vestir de hombres. Hoy es día en el que hay que salir de su negrura con el rostro sonriente y una victoria en la mano. Llevar las cosas hasta extremos imposibles requieren, para escapar de su fatalidad, réplicas impensables. En manos de vuestra osadía y de vuestra capacidad para sorprendernos está la noche en Nervión. Una bala. Una bala que hoy o hace diana o nos mata. Y en esas disyuntivas siempre hay un Palop que marca con la cabeza un córner, un M'Bia que convierte en horchata el fuego fallero o un Puerta, toda la gloria que te debemos, que hace de un jueves de feria la bulería de Nervión que nos abrió los caminos. Hoy es, también, uno de esos días. En los que nos jugamos tanto que no tenemos derecho a equivocarnos. Sed valientes, sed sevillistas…
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