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Aquilino Duque cumple 90 años: el Premio Nacional de Literatura que mejor describió al Cachorro

Sus cuatro sonetos dedicados a la Macarena, la Esperanza de Triana, la Amargura y el Cachorro son parte fundamental del patrimonio literario de la Semana Santa de Sevilla

Javier Comas

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« Así mueren los hombres ». Ninguna frase de cuatro palabras definió mejor la agonía expirante que muestra el Cachorro cada Viernes Santo al cruza el puente al atardecer. Este cuarteto inigualable lo firmó en 1958 el maestro de poetas Aquilino Duque en su primer libro, «La calle de la luna», para cerrar una liga de versos insuperables hasta el momento. Tenía 27 años y abría así una nueva etapa de esplendor en la poesía dedicada a Sevilla, esa ciudad «que es una deliciosa flor carnívora con la que hay que tener mucho cuidado, porque te devora en cuanto te descuidas», como un día le confesó a Antonio Burgos . Este Premio Nacional de Literatura con alma en Triana , enmarcado como uno de los grandes poetas españoles del siglo XX , cumplió el pasado 6 de enero 90 años de vida.

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No fue prolífico en la literatura de la Semana Santa, pero este cernudiano empedernido dejó para la historia algunos de los versos más rotundos dedicados a las grandes devociones de la ciudad; la gran mayoría, escritos en un libro que ya tiene 62 años. Porque Aquilino «ni azahares ni luna » pondría a la Macarena para ver a la Amargura en su paseo de Triana hasta la calle Feria; «Vengo del río allá, de la otra orilla,/ para verte llorando en tus varales». Porque vio como la Esperanza de Triana «cruza un arco de lágrimas, arquera,/y a punta de saetas abre el día;/abre de par en par a Andalucía/ y enséñale a llorar a tu manera». Pero sobre todo, describió la muerte de los hombres como ningún poeta antes lo hizo. Muerte reflejada en el rostro del Cachorro en un soneto inmortal: «Esta noche, Manuel, tú sobre el puente,/tú sobre el río ; prometiendo abrazos/que nunca habrás de dar porque no puedes,/porque un madero y unos clavos dicen/que nadie es libre de morir su muerte».

El nombre de Aquilino Duque está engarzado entre los grandes de la literatura costumbrista de Andalucía. Desde Sierra, hasta Núñez de Herrera; desde «Rafael Montesinos, Pablo García Baena y hasta llegar a Fernando Ortiz», como lo enmarcó un día Lutgardo García en una entrevista en ABC. Triana lo tiene como uno de sus faros culturales y la hermandad de la Macarena tiene recogidos sus versos dentro de las grandes piezas patrimoniales de la literatura dedicada a la corporación de San Gil  junto con nombres como Federico García Lorca, Romero Murube, Rafael Alberti, Álvarez Quintero o Manuel Machado.

Sus apariciones han sido escasas en el mundo de los pregones: dio el Stabat Mater del Cachorro en 2015 y el último verso de aquel texto de 1958 puso nombre a la película que la hermandad de la calle Castilla editó en 2016 bajo la dirección de Carlos Valera. En 2016 recibió el Premio «Semana Santa de Sevilla de las Letras» en el Teatro Lope de Vega. 

Premio Nacional de Literatura

Aquilino Duque es historia viva de una ciudad muy distinta a la mediados del siglo XX. Este narrador, ensayista, novelista, fue Premio Nacional de Literatura en 1974 pero antes se licenció en derecho por la Universidad de Sevilla, ampliando posteriormente sus estudios en las Universidades de Cambridge (Trinity Hall) y la Southern Methodist University en Dallas, Tejas.

Su prestigio es internacional se ha fraguado con sus casi 80 libros escrito de su puño y letra con ensayos, traducciones, poesía, viajes, memorias o novelas. Destacan «De palabra en palabra» que fue Premio Leopoldo Panero del Instituto de Cultura Hispánica y Fastenrath, de la Real Academia Española o «El Mono azul», finalista del premio Nadal 1973 y Premio Nacional de Literatura 1974. Es autor también de obras fundamentales como «El mito de Doñana» y «El suicidio de la Modernidad» . Desde 1981, es miembro de número de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras. Como funcionario internacional ha residido en Ginebra y en Roma y viajado por diversos países de Asia, África y América, donde ha dado clases magistrales por todo el mundo.

Sevillano internacional, trianero de ADN y poeta inmemorial que regalo a la Semana Santa de Sevilla alguno de los versos más recordados de toda su historia.

Diez fotografías que han hecho historiaEl Cachorro cruza el puente en los años 40 / LUIS ARENAS

El Cachorro en el puente

Esta noche, Manuel, tú sobre el puente,

tú sobre el río; prometiendo abrazos

que nunca habrás de dar porque no puedes,

porque un madero y unos clavos dicen

que nadie es libre de morir su muerte.

Esta noche, Manuel, tú sobre el río.

Quién te puso corona de saetas,

Cachorro de Sevilla…

Quién pudo hacerte interminable el tránsito…

Hoy no se pasa: aquí muere Sevilla

mientras tu silueta va en el río

caminando otra vez sobre las aguas…

Y ya tu pelo, nebulosa trágica,

río de miel lentísimo,

va velando la muerte que te vela.

Trono moreno de Judea, pasa.

Pasa, Manuel, tuyo es el Viernes Santo,

tuyos son estos ojos que te lloran,

esta voz que te canta,

esta espuma de estrellas andaluzas.

Sigue pasando, alzado y ofrecido.

Esta noche, Manuel, tú sobre el puente.

Quién te trajo hasta mí, quién levantaba

tu belleza, tu cuerpo como un río,

lanza de luz nocturna en el costado…

Quién pudo hacer que el último suspiro

de tus labios se dé a cada momento,

desde no sé qué siglos hasta ahora,

hasta ahora, para ir diciendo al mundo,

para ir diciendo al tiempo: Así se muere.

Así mueren los Hombres.

Procesión de Semana Santa en Sevilla. Hermandad de La Esperanza de Triana / FOTO: SERRANO.

A la Esperanza de Triana

Arriba, la Esperanza Trianera,

viva la plata y viva la alegría.

Qué palio arbola tu marinería:

doce remos de plata olivarera.

Cruza un arco de lágrimas, arquera,

y a punta de saetas abre el día;

abre de par en par a Andalucía

y enséñale a llorar a tu manera.

Mira que es muy temprano y hace frío;

deja la mar y mira en la mañana

cómo crece la ola del gentío.

Anda, Niña Bonita de Santa Ana…

Mira saltar el corazón del río

por encima del Puente de Triana.

La Esperanza Macarena en los años 50

A la Macarena

Ni azahares ni luna te pondría.

Pondría tu belleza a cal y canto

porque fuera más trágico tu llanto

y fuera más barroca tu alegría.

La Cruz del Sur será tu cruz de guía,

las nebulosas tejerán tu manto.

Vendrás a mí, gala del Viernes santo,

giralda en vilo, gloria, platería.

Lágrimas, no: alegría, que tu pena

aire es bajo la luna macarena,

río que se te va de entre las manos.

-Déjame pegadito a la muralla.

No le gritéis mi llanto, sevillanos.

Dejad que entre las manos se le vaya.

Cruz de guía de la Amargura

Amargura

Saetas pido, arqueros de Sevilla,

flechas de plata y lágrimas fluviales,

palma de luz que prende en los ciriales

llegue ante el paso y doble la rodilla.

Vengo del río allá, de la otra orilla

para verte llorando en tus varales…

¿Quién te clava dulcísimos puñales

y te quema la luz en la mejilla?

Tuvieras de mi amor los ojos llenos

y ni llantos, ni cirios nazarenos

gotearían sobre mis despojos.

Y los tendrás, ¡ay ojos soberanos!

Virgen de la Amargura, entre tus manos,

si es que soy llanto y caigo de tus ojos.

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