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De Margot a Pasión: El día que murió Joaquín Turina

A pesar de residir en Madrid, Turina no perdió nunca su vinculación a Sevilla, definiéndose a sí mismo como un confeso capillita en algunas publicaciones al final de su vida

Manuel Jesús Roldán

Cristo de la Expiración, foto legado Turina / FUNDACIÓN JUAN MARCH

«No existe vértigo mayor que el que produce una cuartilla de papel en blanco. Aquellos pentagramas dispuestos a que los rellenen con notas tienen cierto semblante burlón que produce, cuando menos, respeto». Son palabras de un artista ante su obra no creada, la de un gran compositor sevillano, Joaquín Turina, el músico que elevó el nombre de Sevilla a las más altas cotas musicales. Recuperadas en los últimos años muchas de sus composiciones para la Semana Santa, su inmensa producción lo sitúa como un autor que se situó en la vanguardia de su tiempo sin olvidar sus raíces sevillanas, un músico que conoció la modernidad madrileña y parisina pero que no perdió nunca las referencias a sus orígenes, que no dejó de participar activamente en su hermandad de Pasión y que vivió la Semana Santa incluso como fotógrafo a pie de calle, aportando instantáneas cargadas de la frescura del que no va buscando una Sevilla de postal o de cliché irreal.

Señor de Pasión

Hijo de pintor de ascendencia italiana, Joaquín Turina nace el 9 de diciembre de 1882 en la antigua calle Ballestilla, hoy conocida como Buiza y Mensaque. Inclinado por la música desde su infancia, tuvo la enorme suerte de ser apoyado por sus padres, que ya vieron su capacidad de «niño prodigio» cuando improvisaba con el acordeón familiar y en sus primeras lecciones de música en el colegio del Santo Ángel . Comenzaron sus estudios musicales con Evaristo García Torres, «un viejecito tan bueno como sabio» que fue inculcando en el joven un enorme interés por la música y al que siempre recordó con especial admiración

Pronto creó un quinteto con piano junto a unos amigos, La Orquestina, actuando en fiestas y reuniones, siendo su primera actuación pública el 14 de marzo de 1897, en la sala Piazza de Sevilla, en un recital organizado por la Sociedad de Cuartetos, en el que interpretó al piano una Fantasía sobre el Moisés de Rossini de Segismundo Thalberg, en un sala a la que volvería meses después con éxito de crítica y público.

Su primera obra orquestal serían las Coplas al Señor de la Pasión , escrita para la Hermandad de Pasión y estrenada en la Iglesia del Salvador con una orquestita de veinte músicos, coro de hombres, tenor y barítono. Aunque comenzó a estudiar medicina, el maestro García Torres le aconsejó el traslado a Madrid, contando con el apoyo familiar.

Partitura de Joaquín Turina

En la capital tendría el apoyo, por la influencia de su padre, del pintor José Villegas, que en aquel momento era Director del Museo del Prado, teniendo entre sus amistades al crítico y compositor Manuel Manrique de Lara y al mismísimo Manuel de Falla, al que conoció en el paraíso del Teatro Real. Su presentación en Madrid fue en el Ateneo, el 14 de marzo de 1903 con obras de Scarlatti, Beethoven, Schumann, Wagner y tres obras propias hoy desaparecidas: La danza de los elfos , Variaciones sobre cantos populares y Gran polacca . Se iniciaba una carrera de fecunda composición que no abandonaría hasta el final de su vida.

Cristo de la Expiración, foto legado Turina / FUNDACIÓN JUAN MARCH

Tras la muerte de sus padres, Turina se trasladó a París, la capital de las vanguardias artísticas de la época. Sus sucesivos éxitos en la sala Aeolian, con el estreno de su Quinteto en sol menor , galardonado en el Salón de Otoño del año siguiente, iniciaron su ya meteórica carrera. En París conoció a Isaac Albéniz, un encuentro que marcaría el resto de su producción, ya que es el definitivo asentamiento de su posterior creación musical, que se basaría en elementos populares andaluces pero con el barniz y la libertad de la vanguardia internacional del momento.

aso misterio Exaltación, Joaquín Turina / FUNDACIÓN JUAN MARCH

En 1908 se casaría con Obdulia Garzón y dos años después nació el primero de sus cinco hijos. En 1913 culminó su periodo de formación en la Schola Cantorum, el mismo año que estrenó en el Teatro Real de Madrid La procesión del Rocío por la Orquesta Sinfónica de Madrid.

Cruz de guía, foto Joaquín Turina / ARCHIVO JUAN MARCH

Con el inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914 Turina regresó definitivamente a España, instalándose en Madrid donde estrenó la comedia lírica Margot , op.11, con libreto del matrimonio formado por Gregorio Martínez Sierra y María Lejárraga, que serían sus colaboradores habituales para las obras teatrales. Junto a una intensa actividad de conciertos, llegarían los estrenos de las Danzas fantásticas (1919), la Sinfonía sevillana (1920), Sanlúcar de Barrameda (1921), Jardín de Oriente (1923), La oración del torero (1925) y el Trío n.1 (1926).

Prolífico y polifacético, Turina también se dedicó a la enseñanza de composición, primero particular desde partir de 1931, desde su Cátedra en el Conservatorio de Madrid , compaginándolo con conferencias, clases magistrales, críticas musicales y numerosos escritos entre los que destacan la Enciclopedia Abreviada de la Música (que había publicado en 1917) o el inconcluso Tratado de composición musical.

Cortejo del Palio de Virgen de la O

A pesar de residir en Madrid, Turina no perdió nunca su vinculación a Sevilla, definiéndose a sí mismo como un confeso capillita en algunas publicaciones al final de su vida . Hermano activo de la hermandad de Pasión, Turina vivía los días de la Semana Santa en Sevilla con intensidad, visitando iglesias y procurando no perderse ninguna procesión . Su afición por la fotografía le llevó a realizar numerosas instantáneas de las cofradías sevillanas y de otras celebraciones como el Corpus o incluso el Rocío. El trabajo de Rafael y de Ana Ruibérriz permitió recuperar para el gran público muchas de esas fotografías, hoy custodiadas en la Fundación Juan March de Madrid. Más de doscientas de estas piezas se dedican a las cofradías sevillanas y nos permiten ver una Semana Santa personal, fuera de clichés o de postales, donde puede aparecer la soledad de los primeros tramos de una cofradía, la visión lejana de un palio, la delantera de un paso, los niños que juguetean con una cruz de guía o los preparativos de montaje de un palio. Una Semana Santa diferente, con imágenes y pasos ya desaparecidos, de un cofrade de a pie, nazareno de Pasión, que aportó piezas fundamentales al repertorio de la Semana Santa.

Señor de la Saluda entrando bajo la lluvia en la Plaza de San Román

En 1901 se estrenó su Marcha fúnebre a Nuestro Padre Jesús de la Pasión, afortunadamente recuperada en los últimos tiempos, cuya instrumentación para banda de música fue realizada por Manuel Font Fernández de la Herranz, padre de Manuel Font de Anta.

Partitura «Bajo los Naranjos»

Para la hermandad de Pasión también realizó en 1913 la Misa a Nuestro Padre Jesús de la Pasión o la Plegaria a Nuestro Padre Jesús de la Pasión, del año 1901, con letra del canónigo Juan Francisco Muñoz y Pabón o Ante la Virgen de la Merced, escrita para piano formando parte de la Suite Calles de Sevilla, fechada en Madrid en 1945.

Felizmente rescatada en los últimos tiempos es la pieza conocida como Margot , título de la ópera que estrenó Turina en 1914 y cuyo fragmento originalmente conocido como Noche del Jueves al Viernes Santo es pieza anterior, del año 1908, y se incluía, con una introducción diferente, en su suite para piano Sevilla Op.2. Curiosamente, el tema de la ópera es un triángulo amoroso en el que un joven sevillano conoce a Margot, bella cabaretera de un local parisino, siendo una de sus escenas el reencuentro entre ambos en la noche del Jueves la Viernes Santo. Otras notas del compositor en la Semana Santa se pueden rastrear en Rocío de Vidrié, que insertó la melodía de La procesión del Rocío de Turina.

En 1947 se fecha la última obra del catálogo musical de Turina, una composición titulada Desde mi terraza. El día 14 de enero de 1949, Joaquín Turina fallecía en Madrid . Sevilla le debe su mejor banda sonora.

Trasera palio, foto Joaquín Turina / FUNDACIÓN JUAN MARCH

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