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Semana Santa de Sevilla

¿«Idiosincracia» sevillana?

Con el título de “Idiosincrasia sevillana y otras mitologías” el espacio El Butrón propone una imagen de la Semana Santa bajo un prisma diferente. Los signos de la ciudad, reinterpretados…

Manuel Jesús Roldán

Cartel de la exposición de Ignacio Tovar

Cartel de la exposición de Ignacio Tovar

idiosincrasia. (Del gr. ?????????????, temperamento particular). Según el diccionario de la R.A.E. serían los “rasgos, el temperamento, carácter, etc., distintivos y propios de un individuo o de una colectividad”. Se podría añadir el adjetivo de “familiarmente”, lo que introduce numerosos matices en la definición; también podría pronunciarse con el forzado, o quizás no, acento andaluz de los compadres de Mundoficción. Eso es así. O no…

Collage de año 1934 de Benjamín Palencia donde aparecía el rostro de la Esperanza de Triana en un collage surrealista

¿Cuál es realmente esa idiosincrasia sevillana, esos rasgos característicos de Sevilla? ¿Cuáles son las imágenes que definen a la ciudad? ¿Y a su Semana Santa? ¿Qué trasciende al exterior, la Macarena de Rodríguez Ojeda o la postal yeyé, la Amargura del cajón o la Thurman del Garlochí, el Nazareno de Pasión con la túnica de los cuernos de la abundancia o los nazarenos de caramelo de la Campana?

Con el título de “Idiosincrasia sevillana y otras mitologías” el espacio El Butrón propone una muestra que, en palabras de su comisaria, pone de manifiesto “a través del arte contemporáneo el interés que existe en la creación actual por la temática arraigada a las costumbres sevillanas, abordadas con un sentido actual y respetuoso por parte de artistas de gran reconocimiento, con autores referentes de la contemporaneidad que sienten apego por lo innovador con regusto autóctono. Una muestra que refleja cómo artistas que han producido en esta ciudad y que son referentes indiscutibles de la contemporaneidad, sienten apego por lo innovador con regusto autóctono” Una respetuosa declaración de intenciones que quizás caiga en un dualidad superada y muy lejana en el tiempo. ¿Qué es lo contemporáneo? ¿Y la postmodernidad? ¿Acaso no fueron conceptos ya superados y dados por concluidos por los gurús de la postmodernidad?

Una de las obras de Nazario, “Vanitas”, por María José Gallardo y “Cruz pectoral”, por María José Gallardo

La imagen de la Semana Santa bajo un prisma diferente. Los signos de la ciudad, reinterpretados… Nada nuevo bajo el sol. Bajo el significativo título de “El aviso de escarmentados del año que acaba y escarmiento de avisados para el que empieza de 1935” el escritor José Bergamín escribía, hace ya ochenta años, una de esas obras que lo acercaban al mundo de Gómez de la Serna y al mundo del Surrealismo. Este libro fue ilustrado por el pintor Benjamín Palencia y en una de sus imágenes se podía ver un montaje fotográfico con múltiples recortes dentro del más puro estilo surrealista: esculturas clásicas, decoración de los años treinta, planetas, gatos, danzantes y nada más y nada menos que…el rostro de la Esperanza de Triana. La obra, de un artista que posteriormente retornaría a las formas clásicas en sus paisajes, no pasaría a la historia de la mejor iconografía de la Semana Santa, pero es un simple ejemplo de épocas que se acercaron a la Semana Santa en clave surrealista, la vanguardia de hace ya muchas décadas, como lo fue la visión cubista de los nazarenos sevillanos que realizó Francis Martínez Picabia o el transformismo en Dolorosa sevillana de algunos de los asistentes a las cenas surrealistas del grupo sevillano Mediodía… hace casi un siglo.

Las fotos de Haretton frente a los carteles del Consejo

Recuerdos que eliminan en buena medida la intención presuntamente provocadora o superadora de clichés que suelen tener algunos de los acercamientos presuntamente vanguardistas a la iconografía de una ciudad riquísima en imágenes de contenido simbólico. Pocas ciudades europeas tienen entre sus habitantes un conocimiento tan específico de imágenes que forman parte de su imaginario colectivo, real o irreal, objetivo o subjetivo. En la exposición aparecen algunos de esos símbolos que definen a la ciudad, la Esperanza es la imagen que puede ocupar una portada de un periódico (otro símbolo icónico de la ciudad) sin necesidad de más interpretaciones, así lo ve el pintor Ignacio Tovar en una obra con explicación en su margen izquierdo: en Sevilla era esta la portada mientras que en Málaga se inauguraba una exposición en el centro de Arte Contemporáneo. ¿Nueva dualidad transversal?

Símbolos de la Pasión por José Miguel Pereñiguez

Probablemente tan falsa como todas las que carga la ciudad que cuelga un lagarto en su catedral como unos de sus símbolos icónicos. También cuelga de sus cruces de guía los símbolos de la Pasión, Gran Poder o Exaltación, puerta de José María Pereñíguez en color albero que quizás indica la pervivencia del Barroco en los genes de la ciudad. ¿Imposible sustraerse a ello? Quién sabe. Nazario representaba a sus Vírgenes en manchas y Ocaña se travestía (en plena calle) convirtiéndose en la imagen tópica y típica de la ciudad de los símbolos. ¿Entendía el hombre del siglo XVII las alusiones a la muerte de los pasos, el dragón, la manzana, el pelícano, las calaveras, las categorías angelicales, el perfume de María de Magdala? Quizás tanto como la propuesta, neobarroca al fin y al cabo, de María José Gallardo: cualquier capillita de la ciudad entendería la vanitas coronada en sus pinturas o la cruz pectoral sobre el pecho del Arzobispo. Más difícil es identificar un milímetro cuadrado de un manto bordado y en cualquier foro de juegos cofrades hay quien lo identifica…

Ciudad rica en el detalle y, probablemente, cada vez más pobre en la visión y la perspectiva global. No vemos, la Semana Santa no es una excepción, más allá del techo de nuestro paso de palio. En el ensayo de Pedro G. Romero La Sevilla imaginada se apuntaba una clave definitoria de la ciudad: “Por más increíble que resulte, aún antes de los primeros viajes en globo, la primera visión que los sevillanos se dan de su ciudad es el rompimiento de gloria”. A lo que podríamos añadir “de gloria de un paso de palio…”

Collage de la Sevilla en Fiestas

¿Reinterpretación? ¿Provocación? ¿Banalización? La visión de lo expuesto no llega a tanto. Los símbolos de la ciudad y de su Semana Santa tienen un sustrato anclado en modernos y postmodernos. Su tambaleo puede llegar, precisamente, por parte de aquellos que se creen los más puros guardianes de la ortodoxia: las imágenes sagradas son ellos, toman el nombre de Dios en vano en sus perfiles de Internet, retocan hasta el hastío las imágenes sagradas en demoníacas composiciones de photoshop, vulgarizan los rostros sagrados convirtiéndolos en tatuajes sudorosos que enseñan bajo su costal, enarbolan la bandera de la fe para arañar minutos de paso, cuelgan el rostro de Dios y de su Madre en medallas que suplen los reconocimientos que nunca alcanzarán en otros lares, repiten hasta la saciedad las imágenes que sólo deberían guardarse en el disco duro del corazón, reducen imágenes que trascienden a la categoría de iconos de whatsapp, juegan a las muñecas y a los muñecos aunque se enfaden cuando se emplea el término, hablan de Dios pero creen en dioses y diosas, figurantes del carnaval que Sevilla no tiene, o sí; se quedan en el detalle y no ven el cielo, ni alcanzan la gloria que tanto cacarean, se ponen el blasón de rancios o de jartibles y no esconden más que aburrimiento, alardean de la idiosincracia sevillana y se quedan en meros figurantes de “Ocho apellidos vascos”… La imagen de la ciudad se asienta sobre siglos de consistencia y de profundidad: sólo la superficialidad actual puede hacer que se tambalee. Quizás, el verdadero signo de nuestro tiempo.

Mea culpa.

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