Antonia, Mari Carmen, Conchita, MarÃa, Adela o Encarnación. Sus vidas han girado en torno a la Fábrica de Tabacos de Sevilla y sus corazones nunca se separaron de la Virgen de la Victoria. El pasado martes 9 de octubre, más de cincuenta mujeres anónimas volvieron a reunirse, esta vez en la parroquia del Sagrario, para rendir honores a su gran devoción, la imagen protectora de un gremio que ha sido parte fundamental de la ciudad hasta la segunda mitad del siglo XX y que en 2007, el cierre de Altadis la dejó huérfana del calor de sus almas más fieles. Sus cigarreras volvieron a reunirse antes de ver coronada a su Victoria. He aquàlas hijas de la Virgen.
A las 21:00 horas, con el cierre del último dÃa de besamanos extraordinario, un ejército de mujeres de avanzada edad y brillo en los ojos comenzó a formar un revuelo ante la imagen. Los que no conocÃan lo que pasaba se acercaron curiosos. Una algarabÃa de emociones con los tintes populares que siempre rodearon a la estética de este oficio emblema de Sevilla se formó en la parroquia más al centro. Todas con mantón de manila,llegadas de la peluquerÃa «para ver a nuestra virgen» y con una colección de estampas en las manos para llevar a sus familiares se reunieron junto al altar donde la Virgen de la Victoria no cesaba de recibir besos.
Adela lo habÃa organizado todo, «gracias a los grupos de Whatsapp que hemos creado las antiguas trabajadoras nos hemos podido reunir prácticamente todas, las que Ãbamos a diario a rezarle a su capilla, las que nunca le fallábamos». Entre todas posaron ante ella un ramo de flores blancas que llevaba en cada rosa y cada clavel el recuerdo de sus vidas, el amor de sus familias que en cada casa la quieren. Mientras, alguna que otra soltaba una lágrima a la vez que conversaba de tú a tú, como la madre que siempre ha sido para ellas. Como regalo, entre todas le ofrecieron un camafeo rosa con el rostro idÃlico de una cigarreras sevillana, rodeado de brillantes y zafiros que recogÃan el lema «Tus Cigarreras». Un obsequio que fue colocado en su cintura. VolvÃan a encontrarse, volvÃan a verse de nuevo, esta vez para no dejarla sola en un acontecimiento que quedará grabado en los anales de la hermandad del Jueves Santo.
Algunas se animaron a cantarle, otras ni siquiera se atrevÃan a tocarla mientras sus ojos estaban fijos en el enigma de una las grandes bellezas de la ciudad. «Aquà nos encontramos tanto los que trabajábamos en el turno de mañana como en el de tarde», comenta Adelita. Encarnación Vargasera una de las más emocionadas. La única de ellas que trabajó en la antigua fábrica que ahora es el actual Rectorado de la Universidad. Allà estaba entre todas. Ella vio a la Victoria salir desde la calle San Fernando hasta el año 1965, cuando los Remedios se convertirÃa desde entonces en la nueva casa de esta cofradÃa.
Alberto GarcÃa Reyes atinó de forma certera en su columna del pasado domingo 7 de octubre. El tiempo siempre vuelve a su lugar. «La última cigarrera»: «La estampa literaria más honda que se ha escrito sobre las pureras sevillanas es la de Jules Claretie en 1869: «Estos niños en las cunas, situados al lado de sus madres y que ellas mecen mientras trabajan; estos vestidos colgados en la pared, como los cachivaches en casa del revendedor; este sol andaluz jugando sobre estos brazos redondos, sobre estos cuellos elegantes, sobre estas manos que lÃan alegremente…». Lo que no sabÃa ninguno de ellos es que una de esas muchachas que ataban cigarros era su Madre. Ni que uno de esos niños que divisaron en sus cunas iba a ser atazo y azotado y llevado a la cruz. Entre todas las cigarreras guapas de Sevilla estaba Ella, la más antigua, una chiquilla del siglo XVII que emergió en los salones del tabaco cuando Juan de Astorga le inclinó la cabeza para compungirse».Â
Anoche la Victoria volvió a ser una de ellas, la última cigarrera que acunó a tantas madres con sus niños en brazos que han visto crecer esta devoción desde siglos, siempre hilando tabaco para llevar el pan a casa. Anoche volvieron a reencontrarse. Seguro que la Virgen se sintió como una más entre sus mujeres. Todas reÃan en medio de la algarabÃa, todas lloraban por el momento. Esta es la verdadera hermandad de las Cigarreras. Este es el sentido de su devoción.
VÃdeo: Javier Comas