carmona
Los japoneses y los girasoles, atracción irresistible y una oportunidad de negocio
Más de cinco mil nipones visitan los campos de Carmona para hacerse fotos con los girasoles, un rito casi obligado para ellos
Los japoneses son una presencia constante alrededor de cualquier elemento de interés turístico. Por Carmona es frecuente verlos recorriendo sus calles y visitando sus monumentos, pero muchos de ellos tienen un motivo muy peculiar para acudir a la localidad, que va más allá de sus encantos más demandados por el reto de visitantes. Acuden a ver los girasoles. Más de cinco mil lo hicieron el pasado año.
La extensión de la Vega que se abre bajo Carmona teñida de amarillo es para ellos una visión gloriosa. Pasear entre los girasoles florecidos con las flores a la altura de su cabeza y rozarlas con las manos, les parece una experiencia mística ylucir en Japón una foto en medio de un campo de estas plantas es motivo de envidia entre sus amigos.
No hay un motivo religioso o simbólico particular. Se trata más bien de una cuestión estética. Les encanta esta flor y su peculiar comportamiento de girar en la dirección del sol. Así que cuando llegan a Carmona, muchos de ellos lo primero que hacen es buscar la forma de llegar a un campo de girasol. Los taxistas de la localidad ya están habituados y con pocos gestos saben cuál es el deseo de estos turistas asiáticos.
Así que tienen ya definida una tarifa común, con la que se evitan abusos y han localizado algunos puntos cercanos al casco urbano y de fácil acceso donde los llevan y los dejan que disfruten entre los campos sembrados de girasoles por los que pasean como quien lo hace por un recinto sagrado. Y hacen fotos, claro, muchas fotos.
Por su parte, la oficina municipal de Turismo ha preparado unas bolsitas con pipas de girasol que les regalan a los turistas japoneses para que las siembren al llegar a su tierra. Les vuelven locos y agradecen este simple regalo como si fuera un tesoro.
A los responsables de turismo no se les ha escapado la vena de negocio que tiene esta afición japonesa por los girasoles. Desde el Ayuntamiento ya han mantenido algún contacto con el cónsul de Japón y tienen un proyecto específico en este sentido.
Hay que tener en cuenta que los girasoles están en flor a finales de la primavera y principios del verano, por lo que se trata de que los japoneses que visiten Carmona en cualquier época puedan tener alguna referencia a esta planta.
La fórmula es un pequeño centro de interpretación. El lugar, el interior de la monumental Puerta de Córdoba. Aquí se quiere crear un espacio en el que se les explique las características de la planta, su cultivo y su aprovechamiento, todo ello con paneles fotográficos, que tal vez puedan sustituir a la foto en medio de los campos.
El lugar permite además una espléndida panorámica de la Vega, de modo que es un estupendo mirador sobre los campos de girasoles. Si llegan en la época en la que están florecidos no les faltarán desde luego girasoles. Carmona cuenta con 30.000 hectáreas de este cultivo y su producción es aproximadamente de 12.000 kilos por hectéra. A todo ello se suma el interés de la propia construcción de la Puerta de Córdoba, imponente entrada a la ciudad romana de Carmo.
Con estos elementos, la intención es que Carmona se configure como un destino prioritario para el visitante japonés de la mano de los girasoles. En ese caso habrá tenido mucho que ver un anuncio publicitario. Hace años, la marca japonesa de coches Toyota empleó Carmona para ambientar el rodaje de la presentación de uno de sus nuevos vehículos. El anuncio sólo se emitió en el mercado asiático. Realizaron tomas en el casco histórico, pero también incluyeron escenas del coche abriéndose paso por un campo de girasoles, que por cierto destrozaron.
Pero además es frecuente que en las guías de viaje por España y en particular por Andalucía que se editan en Japón se cuente con una imagen de un campo de girasoles para ilustrarla.
La atracción de los japoneses por los girasoles parece no tener un motivo más allá de la pura estética. Cuando se les pregunta a los visitantes, dicen simplemente que les gusta, que se trata de una flor preciosa. Algunos hacen referencia a los girasoles de Van Gogh. Y puede que pese en ellos el uso que se les ha dado tras el desastre de Fukushima. Por su capacidad para extraer las sustancias tóxicas del suelo se han plantado miles de ellas en las zonas aldedañas al desastre, como se hizo con el corredor verde tras el vertido de Aznacóllar.
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