cazalla de la sierra
Los pestiños favoritos de los hermanos Álvarez Quintero que se hacían en Cazalla
Manuel Otero Moreno abrió la confitería Ortiz en 1917 y su mujer, Consuelo Vázquez, reputada pastelera, los hizo célebres

Ángel y Carlos Ortiz son dos hermanos que apenas llegan a la treintena y son la quinta generación de pasteleros de la confitería Ortiz. Estos jóvenes han querido continuar con una tradición familiar que se remonta a 1917, cuando su tatarabuelo Manuel Otero Moreno se trasladó a Cazalla para montar esta afamada pastelería.
Manuel Otero era maestro pastelero en la confitería de La Campana en Sevilla y su yerno, Antonio Ortiz Torres-Pardo en la confitería La Española , situada en la calle Tetuán, aunque también terminó trabajando en La Campana . Manuel era muy aficionado a la caza y solía venir por Cazalla para practicarla. Esta afición fue la que le llevó definitivamente al municipio donde decidió instalar su residencia y montar una pastelería. «En esa época no existían confiterías en Cazalla, sólo bolicheros, que eran establecimientos pequeños con un poco de todo», comenta Carlos Ortiz.
Con Manuel también trabajaba su mujer, Consuelo Vázquez Rosado, reputada pastelera cuya especialidad, los pestiños, tenían fama en la provincia. Así, entre los clientes de la época se encontraban los hermanos Joaquín y Serafín Álvarez Quintero.
Al poco tiempo también la hija y el yerno de Manuel Otero se trasladaron a Cazalla, para continuar así la segunda generación de pasteleros.
Casi un siglo después son Ángel, que ya trabajaba en la confitería unos meses antes de fallecer su padre en 2013, y Carlos los que están al frente del negocio. Ángel es maestro pastelero y Carlos realiza tareas de gestión. Ellos junto a Antonio Ortega, África González y Luis Romer o forman el equipo de la Confitería Ortiz.
«La transición ha sido fácil. Mi hermano Ángel estaba ya en la confitería y hay empleados como Antonio Ortega, que llevan más de 15 años trabajando con nosotros», señala Carlos.
La confitería sigue elaborando sus pasteles de siempre, las lenguas, los petisús, los palos de nata o las carmelas , unos bollos rellenos de crema, por los que son muy reconocidos fuera del municipio. «A la semana se pueden vender entre ochocientas y mil carmelas», comentan los pasteleros.
«El secreto del éxito de esta confitería está en nuestra crema, nuestro hojaldre y nuestro m erengue. Siguen siendo de elaboración propia e intentamos que sean lo más fresco posible. Productos como la crema los hacemos diariamente», señala Ángel.
De su padre y su abuelo han heredado sobre todo la dedicación y la ilusión: «Trabajamos todo hasta el último detalle», señalan los hermanos.
Estudian estadísticamente la producción de años anteriores, las temperaturas de cada época, «porque el gran valor de nuestros pasteles es que son recién hechos», comenta Ángel.
Aunque la confitería Ortiz sigue trabajando de la misma manera de siempre y elaborando los mismos pasteles, esta nueva generación ha querido introducir algunas innovaciones. Entre ellas se encuentra por ejemplo, su nueva página web: «Nos ha costado casi dos años ponerla en marcha, pero después de casi un siglo, sin web, queríamos estar contentos con el resultado», comenta Carlos a ABC Provincia.
Otro aspecto que han introducido son los dulces de chocolate, un ingrediente que no se había trabajado tradicionalmente en el la confitería.
En esta mezcla entre innovación y tradición, también están tratando de volver a elaborar pasteles antiguos y anuncian que están a punto de recuperar la receta de la bizcotela.
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