la luisiana
Los picos sin aditivos «made in La Luisiana» que se consumen en la Casa Real
Su fórmula artesanal le ha permitido expandirse por Europa, EE.UU. y Japón. Pronto desembarcarán en Dubai
Desde La Luisiana , al mundo. Los picos de pan artesanos que elabora « Picos Domínguez» llegan a las casas de europeos, estadounidenses, japoneses...incluso a la Casa Real. La fidelidad de la Casa Real se la ganó Rosario Parrado cuando Juan Carlos I probó hace muchos años sus violines hechos a mano. Más tarde, los sutituyó por los artesanitos integrales, de los que la Casa Real pide una caja de 30 paquetes cada mes.
«Pagan como cualquiera», comentan, pero «nos consta que hacen catas y análisis, lo que nos da la garantía y la tranquilidad de que lo que ofrecemos a nuestros clientes es un producto de calidad».
Pero en 1968, cuando comenzó la historia de esta empresa familiar, nadie podía imaginar que los deliciosos picos que hacía Rosario Parrado en La Luisiana viajarían a lo largo del mundo. Su producción era local y modesta hasta que hace 18 años la traspasó a otra familia de la localidad, la formada por Silvia Vázquez, Paco Rico y sus hijas. Fue entonces cuando el negocio alzó el vuelo y empezó a traspasar fronteras.
Los siete carros diarios que producía Rosario Parrado ahora son 150, aunque, como afirma Silvia Vázquez , se conserva la elaboración artesanal «tal y como Rosario nos enseñó». Incluso en los picos de fabricación industrial se mima la fermentación natural sin aditivos y se emplea aceite de oliva virgen extra y las mejores harinas nacionales.
A pesar de no tener experiencia previa «el pan no lo habíamos visto más que en la mesa», afirman. Paco y Silvia tuvieron claro cuál era su brújula: la calidad, un distintivo que, reconocen, es dificil defender en tiempos de crisis.
En continua expansión
Sin embargo, sus clientes no dejan de florecer por todo el mundo: grandes o pequeños, desde la hostelería a cadenas hoteleras nacionales, aerolíneas o cruceros internacionales.
Los clientes más exigentes son los japoneses. «Son los más particulares. Tenemos que adaptar nuestra fabricación para que los picos midan y pesen exactamente lo que piden» , revelan. Pronto desembarcarán en Dubai y Panamá.
Con un alto ritmo de producción que apenas cesa en todo el año, Silvia y Paco planean seguir expandiendo el negocio ya que, según apuntan, «exportar es la salida que tenemos ahora mismo». La competencia en España es muy reñida, más aún en el ámbito local, donde la industria del pico es uno de los pilares de la economía del municipio.
Ello también conlleva un esfuerzo especial por propagar la « cultura del pico» . A veces, como les ocurrió recientemente en Miami, tienen que ilustrar cómo y con qué se come el pico de pan. «Igual de bueno está con crema de cacao o mermelada, como con queso fundido, jamón o paté », señalan. El pico artesano lo aguanta todo.
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