Un apicultor de Lora del Río contra el cambio climático
La familia de Juan Ignacio López gestiona 3.000 colmenas y ha instalado sus panales en la finca Las Corchas de Carmona con tecnología de sensores y cámaras digitales

Es padre, hijo, nieto, bisnieto y tataranieto de apicultores. El loreño Juan Ignacio López llegó a Lora del Río siendo apenas un bebé. «Mi familia era de la zona de Levante, allí había ya una saturación importante de colmenas y vieron que ... el Valle del Guadalquivir era un territorio perfecto para implantar aquí su actividad». Ahora su familia gestiona unas 3.000 colmenas distribuidas en la vega del río y la sierra, en localidades como Alanís o San Nicolás del Puerto. «La miel de naranja que se produce aquí es la más apreciada del mundo, en Alemania, Francia y Arabia Saudí es muy apreciada».
Esta tradición familiar centenaria está chocando con el cambio climático. «Cada vez es más difícil cuidar a las abejas, las olas de calor extremo son letales y la rápida desaparición de estos insectos es una de las luces rojas de alarma más evidentes». Juan Ignacio López —que además de producir miel también vende enjambres y abejas reinas a otros apicultores— considera que su trabajo tiene ahora una misión trascendental: «Tenemos que garantizar la pervivencia de unos seres que son esenciales para la supervivencia del planeta, dado que son esenciales para la polinización y la vida».
Ahora ha dado un salto cualitativo al colaborar en la instalación de las colmenas más innovadoras de Europa. Este empresario ha instalando más de treinta colmenas en la finca Las Corchas, donde Endesa tiene una planta solar en la que está experimentando un tipo de parque denominado 'agrovoltaico' (combina la instalación de placas solares con actividades agropecuarias).

En esas colmenas se ha aliado con las empresas tecnológicas Protofy y Smartbee para instalar sensores que miden la temperatura, la humedad y la circulación del aire. También hay cámaras que examinan la entrada y salida de estos homenópteros y un sistema que mide el peso (y permite conocer la cantidad de miel). «Reduce los desplazamientos que hay que realizar a las colmenas para el mantenimiento de las mismas, porque tenemos toda la información en el móvil, y nos permite tomar medidas correctoras al instante cuando algo no va bien», remarca López.
La siguiente meta es desarrollar colmenas con materiales que permitan reducir la temperatura. «Ahora estamos poniendo tejados de un poliespam especial que en el futuro será el material que tendrá toda la instalación», incide.
Nuevos proyectos: Hidromiel y rutas turísticas
López es un defensor de la producción en áreas en las que hay grandes parque solares. «Son grandes espacios en los que crece vegetación entre las hileras de paneles sin que haya tratamientos fitosanitarios, como ocurre en las explotaciones agrícolas; la combinación de colmenas con el cultio de plantas aromáticas da una miel de altísima calidad», incide.
El empresario tiene un doble objetivo. Si el primero es salvar a las abejas con tecnología, el segundo es elevar los usos y el consumo de todo lo que se produce entre enjambres. «Hasta su veneno es bueno para el desarrollo de medicamentos». Su sueño es relanzar la hidromiel, la bebida alcohólica de los Vikingos y una de las más apreciadas de la antigüedad. «Estamos haciendo las últimas pruebas para poder lanzar este producto tras el verano».
Con el proyecto de Las Corchas también tiene la ilusión de crear rutas de turismo para enseñar la apicultura. Las cinco generaciones de esta empresa han tenido siempre la misma actividad, aunque los objetivos cambian. «Mis padres vendían a mayoristas, yo he comenzado a envasar mi miel y mis propios productos, y ahora somos, además, un aliado de la sociedad contra el cambio climático».
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