Guadalema, el pueblo soñado por los hermanos Álvarez Quintero
Esta pedanía se fundó en 1948 como uno de los poblados de colonización de la provincia de Sevilla y pronto se vinculó a la figura de estos escritores de Utrera
El Ayuntamiento de Utrera retoma el proyecto del monumento inacabado de los Álvarez Quintero

En la década de los años 40 del pasado siglo, el paisaje que podía contemplarse en los campos españoles, y especialmente andaluces, era ciertamente desolador. La crudeza de la guerra civil había provocado que muchas de las antiguas y ricas explotaciones agrarias de ... la zona terminasen completamente abandonadas y convertidas en tierras baldías.
Por ello comenzaron a surgir los famosos poblados de colonización, con los que se trataba de recuperar la vida normal de estas comarcas, que se convirtieron en nuevos pueblos, en nuevas localidades donde muchas familias fueron las responsables de la recuperación de la agricultura y forjaron su futuro gracias a su duro trabajo en el campo.
La provincia de Sevilla, y especialmente la zona del Bajo Guadalquivir —famosa por sus fértiles tierras—, se llenó de estos poblados, entre los que hay que destacar a uno de ellos que tiene una historia entrañable y curiosa. Se trata de la actual pedanía de Guadalema de los Quintero, que se encuentra en el término municipal de Utrera. Un poblado que en la actualidad apenas cuenta con 500 habitantes, pero en el que llegaron a habitar en torno a las 3.000 personas y que se convirtió rápidamente en una importante referencia dentro de este proyecto.
Guadalema de los Quintero no es ni más ni menos que la materialización real del pueblo andaluz idílico, que bajo nombres ficticios, incluyeron los hermanos Álvarez Quintero como escenario y decorado de muchas de sus obras. Los dos hermanos, Serafín y Joaquín, nacieron en Utrera, ciudad donde pasaron sus primeros años de infancia hasta que se trasladaron con su padre a Sevilla capital.
Pero esos primeros años dejaron una huella muy profunda en el alma de los dos hermanos, ya que sólo hay que analizar sus obras para comprobar como el carácter el espíritu de los pueblos andaluces se esconde detrás de sus páginas. En sus obras, trataron de reproducir y de homenajear el carácter inconfundible del pueblo andaluz en el que habían crecido.
La huella de los dos escritores está en sus calles, ya que la mayoría de ellas están rotuladas con el nombre de sus personajes
Los patios, las rejas, las casas encaladas, la macetas, las flores o las ventanas son elementos que están presentes en la descripción de las localidades imaginadas que aparecen en sus obras. Así, en 1948, después de que ya hubiesen fallecido los dos hermanos —Serafín lo hizo en 1938 y Joaquín en 1944—, surgió la genial idea de ponerle el nombre de Guadalema de los Quintero a este nuevo poblado de colonización que estaba dando sus primeros pasos y que se encuentra situado entre las localidades de El Palmar de Troya y Utrera.
Guadalema es la creación hecha pueblo de ese lugar que imaginaron los Álvarez Quintero, y tiene este nombre como un sentido homenaje a estas dos figuras cruciales de la literatura española. Así, más de un siglo después de que escribieran algunas de sus más importantes obras, es posible pasear por esos pueblos imaginarios en los que transcurrían sus divertidos argumentos. Guadalema de los Quintero siempre ha sido un pueblo al más puro estilo andaluz, con un urbanismo muy cuidado, con casas blancas dotadas de tejados y azoteas, con rejas con mucha personalidad, macetas, flores y naranjos.
Todo el pueblo en su conjunto es un homenaje a los Álvarez Quintero, pero especialmente la huella de los dos escritores se puede percibir en sus calles, ya que la mayoría de ellas están rotuladas con el nombre de personajes y de obras de los Álvarez Quintero. Así, encontramos nombres tan emblemáticos como Malvaloca, Mariquilla Terremoto, Qunita Flores, Amores y Amoríos, Puebla de las Mujeres o Pasionera.
Trabajo en el campo
Así, a finales de la década de los 40, las familias de colonos comenzaron a llegar a este punto de la geografía sevillana construido según lo que se había dibujado en obras de teatro con las que disfrutaron y rieron miles de españoles.
Llegaban a un entorno urbano idílico, dadas las circunstancias en las que se encontraba el país, aunque por delante les quedaba una vida dura marcada por el trabajo en el campo, principalmente en la recogida del algodón. Familias que recibieron una casa y que respondieron con toneladas de trabajo, pero que consiguieron dar un paso adelante en tiempos muy complicados y dotar a sus hijos de una educación completa.
A día de hoy, Guadalema de los Quintero —como tantas zonas rurales de nuestro país—, ha ido perdiendo población de manera paulatina, pero sigue manteniendo el más puro estilo y espíritu quinteriano, algo que lo convierte en un antiguo poblado de colonización realmente único, en un homenaje eterno a dos de las figuras más importantes de la cultura española.
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