Patrimonio
Hallan en la Campiña sevillana una villa romana y su necrópolis
El hallazgo, en La Puebla de Cazalla, data de finales del siglo I d. C. e incluye una tumba forrada de plomo con joyas de oro y piedras preciosas en su interior
«Hay una verdadera mafia que expolia nuestro patrimonio»
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Cuando en enero de 2019 una máquina retroexcavadora, que realizaba trabajos de urbanización entorno a la Fuenlonguilla, uno de los barrios más emblemáticos de La Puebla de Cazalla, rompió sin querer una extraña bóveda enterrada en el suelo, nadie esperaba lo que había ... en su interior ni la importancia del hallazgo, en términos arqueológicos, que supondría para el municipio y el resto de la provincia de Sevilla.
Fue el primer vestigio de la existencia en la zona de una villa romana y su necrópolis con más de un centenar de tumbas. Una de ellas, la que descubrió la máquina, contenía el esqueleto de una mujer y una gran variedad de joyas y objetos en los que destaca, por su curiosidad, un pintalabios.
Para Alejandro Jiménez Hernández, arqueólogo que ha dirigido las excavaciones y una eminencia en su especialidad, «es un hallazgo común pero, a la vez, extraordinario porque la tumba está muy profunda y no contiene un sarcófago, sino una caja de plomo que se construye al mismo tiempo que el resto».
Tumbas poco habituales
Jiménez Hernández ha estado al frente de los trabajos y destaca la construcción de esta tumba como «un trabajo especializado, realizado por enterradores profesionales. Las cajas forradas de plomo son inusuales y, aunque es normal encontrar tumbas de características similares, construidas con esta pericia es la primera».
Aunque han pasado más de tres años del descubrimiento real, las dos administraciones implicadas, el Ayuntamiento de La Puebla de Cazalla y la Delegación Territorial de Cultura y Patrimonio Histórico, han preferido trabajar en las excavaciones sin anunciarlo por temor a los expoliadores, un verdadero problema cada vez que hay un hallazgo de estas características, según comenta el arqueólogo.
Los resultados de las prospecciones y excavaciones comenzaron en la zona objeto de estudio en abril de 2019. Se trata de unos terrenos donde se realizaban las obras de urbanización cercano a un afluente del arroyo la Fuenlonguilla.



Ante la complejidad de los trabajos, se incorporó al equipo una segunda arqueóloga, Inmaculada López, que se ha ocupado de la documentación del registro funerario. Como resultado de las excavaciones y objetos hallados, los arqueólogos concretan que se trata de un asentamiento rural, quizás una villa romana —para asegurarlo tienen que definir la funcionalidad de los espacios documentados— que desarrolla su vida en el lugar desde finales del siglo I d. C. o principios del II hasta bien entrado el siglo VI.
Asimismo, vinculada a la villa, se ha encontrado una necrópolis en la que se desconoce el número total de tumbas, aunque por la densidad que presentan en la zona que sí han delimitado, podría superar el centenar.
Pero lo más importante del hallazgo arqueológico es la tumba principal que, a pesar de haber sufrido algunos daños debido al hundimiento provocado por la máquina, ha permitido a los investigadores realizar un perfil de la persona enterrada, recuperar parte del ajuar y, sobre todo, descubrir una peculiar forma de enterramiento, que podría datarse de la segunda mitad del siglo II después de Cristo o principios del siglo III.
Ex profeso
Esto último es lo más importante para Alejandro Jiménez. «El estado de la tumba nos ha permitido reproducir el proceso de construcción. Se trata de una tumba que no estaba construida, como podría haber sido un mausoleo, sino que se hizo ex profeso para esta mujer en el momento que muere. Las piezas estaban preparadas, realizan el hueco, y la forran de ladrillo y plomo, la entierran y construyen toda la estructura. Se observa que la fabricación no está cuidada».
Así es como lo explican en el informe arqueológico en el que concretan que «la tumba se construyó con rapidez y precipitación, tras el fallecimiento de la mujer o en fechas próximas».

«Se trata de una tumba que no estaba construida, como podría haber sido un mausoleo, sino que se hizo ex profeso para esta mujer en el momento que muere»
Alejandro Jiménez
Arqueólogo
Por los estudios realizados, han estipulado también que los enterradores construyeron el habitáculo para el cuerpo y después el resto de las paredes. Pero lo hicieron con determinados errores de construcción que «muestran las prisas para concluir la obra» aunque la estructura resultó con la solidez suficiente para aguantar hasta 20 siglos después.
La máquina rompió la bóveda del enterramiento que cayó sobre la tapa del sarcófago y al hundirse afectó a gran parte de la caja de plomo, causando daños en el cuerpo y en algunos de los objetos. No obstante, se ha podido recuperar una cadena y broche de oro con piedra engastada y cuentas con formas diferentes fabricadas en piedra preciosa (malaquita o esmeralda), argollas, esferas, anillo y botón también de oro.
Además de algunos objetos personales como un ungüentario de vidrio, jarra, cilindro y cuenco gallonado de plata, dos vasos de vidrio y un tubo de metal con aplicador que atribuyen a una pintalabios, que se han enviado al Museo Arqueológico, mientras que la tumba se ha expuesto en un espacio verde, de propiedad municipal, muy cerca de la zona donde fue hallada.
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